miércoles, 1 de abril de 2020

DIARIO DEL CORONAVIRUS EN ALGÚN LUGAR DE LAVAPIÉS (19º DÍA DE CUARENTENA)


Abril, primero de abril. El mes que acentúa las carencias. Con toda su fuerza.

Seguimos sin encontrar el Pico, como en una película de quinquis. Pasamos de los cien mil infectados. Pasamos de los diez mil muertos. Si fueran un ejército, el Anábasis de Jenofonte. Diez mil hoplitas asesinados por un enemigo invisible y buscando su camino de vuelta a la vida, a las playas... No sé cómo les va a los griegos. No hay información de eso. Tampoco la busco, lo reconozco. Da miedo saberlo. Los propios griegos y a tantos y tantos como tienen en sus campamentos de refugiados, malviviendo. Nosotros también malvivimos, pero a lo pijo, a base de pantallazos, cortinillas que te separan el día en compartimentos. Como el pantallazo que señala en titulares la futura muerte de doscientos mil gringos. No creo que hayan muerto tantos en sus guerras...

Siguiendo con los americanos de EEUU, muchos fallecerán por el coronavirus, pero muchos otros morirán acribillados a balazos en cercas, verjas, vallados, portales y senderos "privados" como zombies de buen aspecto... Unos estarán infectados y aterrorizados, y otros sólo se habrán cruzado en la mirilla de un patriota con derecho a defender lo suyo. Es lo que ocurre cuando no tienes una Sanidad Pública medianamente eficaz, pero sí cientos de miles de armerías con ofertas familiares.

Supongo que no se sabrá hasta que todo pase: los canadienses ya han desplegado su ejército a lo largo de la frontera con su demoníaco vecino del sur y los mexicanos se apresuran a marchas forzadas por terminar ellos mismos el muro con su exclusivista vecino del norte.

Hemos vuelto a aplaudir a las ocho bajo un precioso cielo primaveral. Un lujoso cielo primaveral. Un inútil cielo primaveral.

Hablan de una posible prórroga del estado de alarma. Otra más. También hablan de que el retorno a la normalidad será escalonado. ¿Qué normalidad? ¿Ya no será paulatino? No pienso celebrar la libertad en ningún escalón. ¿Y si te obligan? A peores cosas nos han obligado... De acuerdo, celebraremos nuestra libertad en un escalón. Seremos la nueva Generation Gap de maduritos desorientados incapaces de caminar más de veinte metros lejos de sus casas...

Me mandan una buena crítica a "Hola, Melón" desde el Ideal de Granada. Ha pasado más de un año desde la última reseña a la novela... Tiene cojones ahora, en plena cuarentena. ¿La que estaba en cuarentena no era la novela? ¿La gente sigue leyendo? ¿La gente sigue escribiendo? Me ensaño con una coma que le falta al texto del crítico (una bellísima persona, seguro) y con la repetición de un adjetivo, y envío rencorosamente los gravísimos errores por wasap a algunos amigos. Se suponía que los aplausos en los balcones nos estaban haciendo mejores personas... Mañana empezaré a aplaudir a las siete y media.

Estoy por pedirle perejil a algún vecino americano psicópata que tengamos en el edificio. Qué más da que me cruce en la mirilla de su pistola o en la de su puerta. Me merezco el disparo. Por miserable. Hasta me merecería que me invitara a pasar, el puto psicópata...

No necesito perejil.

Los mejicanos llaman a la cicuta "El Perejil del Perro". Tengo una novela en un cajón con ese título. Otra razón más para tirar cohetes.