miércoles, 13 de mayo de 2020

DIARIO DEL CORONAVIRUS EN ALGÚN LUGAR DE LAVAPIÉS (61º DÍA DE CUARENTENA)


¿De verdad nos dábamos tantos abrazos antes? Yo sí. Pero por correo electrónico. Y los sigo dando. Tampoco ha cambiado mucho mi percepción peyorativa de las terrazas. Si voy a ser la presa que corretea por la acera, las trampas están demasiado a la vista para que no hieran mi orgullo de mamífero veloz y astuto. Si soy el camarero cazador, me faltan maceteros para emboscarme... Un abrazo por correo electrónico es lo mismo que un aperitivo sentado, que no hay depredación verdadera con tanto formulismo, como cuando te ponen un cubata con posavasos, que lo joden... Por eso mis abrazos de Yahoo van todos con mucho énfasis en las faltas de ortografía. Por eso una mesa estándar de terraza no funciona gramaticalmente en la novela de un hedonista. De acuerdo, hay gente que caza sentada, incluso con un sirviente que le aporta la munición, pero eso no es cazar. Eso no es beber. Tampoco es ponerle puertas al campo, pero plastificar borracheras se le parece.

Eso en las terrazas, que no me convencieron nunca. Yo soy más de barra, de pie, de rincón si es posible, en gran angular, con toda la gente reflejándose en mi copa de balón, si fuera el caso, como en un espejo de parking. A velocidad de crucero, en una hora he podido cruzarme con un avión desahucio, una oferta en el Lidl, un sablazo, dos chistes y una falsa muerte, aparte del trantrán de turbulencias con saludos, toque de antenas, gruñidos de complicidad, de advertencia, invitaciones, contrainvitaciones, desplantes, cariños, tapas a toriles o tapas con vuelta al ruedo y brindis a la presidencia. Esos disparos no se escuchan en una terraza ni tampoco se vienen los elefantes a beber tan panchos a tu lado.

No sé en qué fase puede un ser humano entrar por fin dentro de los locales pensados para seres humanos que beben, pero va a tardar más de lo debido, seguro, con perdón de los sanitarios que ahora no quieren que nos juntemos muchos a tal efecto y que, de principio, y en general, nunca han sido demasiado partidarios de que bebamos otra cosa que no sea agua, mucha, la suficiente al día como para ahogar a un gato mediano. Con todo, el Lobby Aquelarre parece que ha conseguido que se puedan sacar las barras portátiles fuera, incluso la música, y que sea verbena todo el año. Y me da qué pensar... Seguro que hay bases científicas sólidas para deducir que el coronavirus se comporta como un ratón de biblioteca y que no sabe hacer nada al aire libre, pero yo he visto músicas y bebidas más allá de Orión que no creeríais: mezclas que han sido capaces de mutar a un estudiante manchego de agrónomos en surfista californiano, mezclas que bien podrían despertar el travesti y el sentido del ritmo que lleva dentro ese tímido ratón de biblioteca que a estas alturas y con tanta foto se le debería ver venir hasta por los andares de los asintomáticos, y todavía no.

Las pandemias son una oportunidad de negocio para cualquier letrista de heavy metal. Con las barras en la calle también las vecinas del visillo van a escribir canciones preciosas con estas romerías por prescripción facultativa en mitad de la acera. A Chaves Nogales le gustaría ejercer de moderador publicitario en esta nueva guerra civil entre Los Borrachos de toda la vida y Los Nuevos Abstemios... "Después de las Fiestas de la Pandemia, Brazatortas de Abajo sigue bebiendo a muerte como siempre, pero Brazatortas de Arriba ha probado hoy el Nuevo Hidrogel Alcohólico en Spray... ¿Qué tal con el Nuevo Hidrogel Alcohólico en Spray, señora?"

-Nos ha quedado mucha cacharrina de anticuerpos, pero con dos chifarrazos -¿ve usted?- se queda todo sulfatado que da gloria el olor que deja...   

Mientras tanto, en Brazatortas de Abajo...

-¡Caballero! ¿Cree usted que les dará tiempo a recoger a todos sus compañeros del suelo antes de que llegue la policía?

-¡Ven aquí, que te voy a contestar!

-No puedo acercarme más, caballero. Es la distancia de segu...

-¡Que vengas te digo!

Pobre Chaves Nogales.

El combinado de arriba, filete, huevo y patatas, viene por el chiste de barra:

-¿Lo de siempre, Antoñín?
-No. Hoy no quiero beber nada. Ponme algo de comer...
-¿Tú, comiendo? Bueno, bueno, bueno... ¿Y qué quieres comer?
-No sé... ¡Lo que tengas!
-¿De menú, un bocadillo, un combinado...?
-¡¡¡Vale, joder, ponte un cubata!!! ¡Siempre me acabas liando!