domingo, 18 de marzo de 2007

BUHARDILLA DE LAVAPIÉS (11)



Como ocurre con las navajas,
únicamente al final de algunas mujeres
está su verdad.
Lo mismo con las cornisas.

Ciertamente,
dentro de mi cabeza,
de oreja a oreja,
hay un tendedero con ropa interior femenina
barata.

¿Nunca has merodeado el infarto
por conseguir que unas tetas se queden más días contigo?

Hablaba de eso.

Mis ojos perros le olisquean el trasero a las nubes que se van
y mi buhardilla es de melocotón.

He pasado mucho confort para llegar a este espléndido frío.


Tan larga como quieras,
tan silenciosa como desees,
la Gran Barra nunca deja caer a sus bebedores.


Mira estas calles.
Son bravas.
De una dentellada se pueden comer un coche,
una vieja.
Mira sus portales.
En esas sombras revientan los microscopios.


Nació de un sueño
junto a la Fuente del Eterno Chispazo
y allí se extiende:
sagrada,
majestuosa,
esperándonos.
Oye el susurro de sus paños húmedos,
el tintineo del olvido en sus copas.