viernes, 24 de octubre de 2014

QUINO EN ASTURIAS


Quino está triste. Agobiado. Faltón. Desesperado. Argentinísimo. Se está quedando ciego. Viene a recoger un Príncipe de Asturias, pero le acaban de decir que no es un portaviones y ha vuelto a quedar mohíno, tristón, buscando el rotulador más gordo para pintar a uno de sus señorines existencialistas frente a la estatua de algún prócer. En los tiempos pestilentes que corren por aquí, venir a España a que a uno le reconozcan cualquier cosa, aunque sea un mérito, te pinta un ceño caligráfico en la frente, te pesa en el ADN de tus comisuras de emigrante. Espero que los asturianos sepan homenajearle con la fabada más espectacular del mundo. Una bien grande. Para que pueda verla. Lo mismo que un gintónic es lo contrario justo de una bufanda, una fabada asturiana es justo lo contrario de la sopa anatema de Mafalda.

(Y como he conseguido, por fin, encontrar la tecla del "speed clip" en las grabaciones del Camtasia cuando pinto -juás-, va la pieza en AVI de los millones de pinceladas que me siguen haciendo falta para pintar un plátano, aunque al final el resultado sea la carita del pobre Quino, arriba... Y también, un poco, por hacer una entrada/jornada de puertas abiertas, que siempre es muy democrático, muy inútil, y mira cómo está el techo del hemiciclo lleno de balazos)