jueves, 20 de enero de 2011

EN UNA SOCIEDAD DE HOMBRES LIBRES Y RESPONSABLES

Los no fumadores son el diez por ciento de la gente que llena los bares, al menos los bares que yo "frecuentaba". ¿Por qué han de tener ahora el cien por cien de los bares para ellos solos? ¿El cien por cien de los restaurantes? Los musulmanes rezan en sus mezquitas. No entran en las iglesias cristianas y, cosa extraña, tampoco les enfada que en las iglesias cristianas haya imágenes de Cristo. ¿Por qué tiene que imponer un no fumador su voluntad en un bar donde se fuma? ¿No puede irse a un bar donde explícitamente se prohíba fumar, esto es, habilitado expresamente para no fumadores? ¿No podemos tener cada uno nuestro espacio? Es como si los vegetarianos impusieran su dieta en todos los restaurantes de España porque el colesterol es malo para la salud... O la visión espeluznante (para sus delicados nervios) de un maromo zampándose un solomillo. Oh, cielos, me ha convertido en un carnívoro pasivo. No puede ser. ¡Maitre, maitre...! (acento francés) De modo que vegetarianos todos. Asco de solomillo, colesterol, siesta, sexo. No fumadores todos. Asco de tabaco, nicotina, alquitrán, Rayuela. Por cojones, dado que ellos quieren rezar en árabe en todas las iglesias. Con lo fácil que sería, coño. En una sociedad de hombres libres y responsables un grupo de ellos, dueños, camareros y clientes, acuerda (de acuerdo, de libertad, de democracia) juntarse pacíficamente todos en un bar a fumar, charlar, comer y tener sobremesas sin una vieja dándoles paraguazos en los cogotes, si sacan un puro. Pues el gobierno dice que no con una ley arbitraria y sin cabeza propia de un dictador sonado. El tabaco es malo para la salud. Y conducir. Y trabajar. Por eso ahí está el gobierno: para cuidarnos con los impuestos al tabaco y echarnos a la lluvia. ¿Por qué no puede haber bares de fumadores y bares de no fumadores, fifty-fifty? Mira que es simple la pregunta. Pues porque la demoníaca iniciativa privada es muy lista y sabe que los que se dejan la pasta en los bares y restaurantes son los fumadores, gente hedonista y soñadora y enferma y drogadicta y procaz y vividora que te cagas, así que todos los bares serían de benditos y generosos fumadores, con los no fumadores en un rincón, amedrentados y temblorosos tomándose la tensión con la correa de sus caniches. Pues si la vida es así de puta, chavalotes (gente fumando en los bares, gente follando en los burdeles, gente pegando ladrillos en las obras), poned vosotros un bar, maricones, payasos, cobardes: un bar, una cafetería, un restaurante, un dispensario de zumos o la cripta que os fundó, y juntaros en ese sitio tan exclusivo exclusivamente vosotros, vosotros y nadie más enfermo de nicotina y carrasperas y susceptible de contagiaros el cáncer de pulmón con un estornudo (ahora que nos estáis haciendo estornudar una cosa bárbara, con lo peligroso que es eso, tanto drogadicto a la intemperie), que yo juro por lo más sagrado (La Nochevieja, la Operación Retorno, el Alcantarillado) que ahí no me véis el pelo por los restos. Pero como sois como sois (no digo yo que no fumar sea malo, pero no fumar por no fumar y joder al que fuma como un talibán sí, malo de la hostia, malo que te rilas, de media hora más en el infierno), no hay cojones de hacerlo por vuestra cuenta y con vuestros musculillos (físicos y dialécticos) y le pedís llorando al primo de zumosol (el gobierno pazguato que tenemos) que nos quite el triciclo para siempre, que nos lo estamos pasando demasiado bien nosotros con nuestras cosas y nuestros vicios. No hay huevos, imbéciles. Y no va a haberlos. Como los eruditos a la violeta y los afrancesados de la peor ralea que ha parido este país, ahora, por querer ser más europeos que nadie, ¿nos vais a joder el café y la cañita, lunáticos de mierda? Os vamos a meter el rapé por el culo con un espray de vinagre, cantamañanas, a ver qué ley antisodomización abstracta en la vía pública me pone una multa. O eso o me paso al tabaco de mascar, que no echa humo (en principio; depende de lo rápido que mastiques). El primer escupitajo de tabaco lo brindo al sol, por peliculero. Los siguientes, al vegetariano que pille en mi bar de toda la vida. Y a su puto caniche. Y no he fumado un cigarro en mi vida. Como Francisco Rico.