miércoles, 23 de enero de 2013

SOR DOLORES DE COSPEDAL


Hay que inventar un nuevo grado de santidad para las elegidas por Dios. Ya no vale que la momia de la monja huela a rosas. Tiene que oler a coche nuevo. Hay que inventar un nuevo grado de entrega al pueblo. Ya no vale que la heroína haga más felices a los ciudadanos. Tiene que estar cortada con ladrillo. Y hay que inventar también un grado nuevo para las coartadas del asesino o las de la monja ladrona de niños delante del juez. Tienen que empezar así: "Mire usted, se lo voy a decir con toda claridad...". Sor Dolores de Cospedal. No la he visto más buena. En lo suyo.

TE DESOPILAS (TE DESOBSTRUYES)


Con diferencia, el mejor Ortega que hemos tenido en este país después del filósofo Don José es el humorista Juan Carlos Ortega. Un tipo discreto y de aspecto soñoliento, como escrito en la letra pequeña de Buster Keaton, pero con los titulares en el betún del bigote de Groucho. Lo suyo es el humor... oblicuo, con la diagonal de la gracia trazada desde el surrealismo a la ternura o al revés. Cuarenta y cinco grados de pendiente, hacia arriba o hacia abajo, en un teleférico delirante que arranca siempre con un pequeño tironcito, esa mínima sorpresa que te cambia el panorama. Es la palanquita que ha activado el mozo de la estación, como quien no quiere la cosa: una encuesta rara, un invitado anodino, una noticia sin interés... Pero en esa pendiente tú ya has empezado a ver despropósitos que no venían en la guía turística. Ortega hace como que se aparta a un lado y se convierte en el jefe de pista soñoliento de un circo que estaba ahí y que no habías visto en tu vida. En la radio o en la tele, te desopilas (te desobstruyes) con cualquiera de sus sketches. Este de Cinema Paradiso es memorable.