sábado, 30 de marzo de 2019

SUÁREZ JUNIOR


jueves, 28 de marzo de 2019

UNA BOINA VERDE SOBRE UN YACIMIENTO DE GOMINA Y MEDIO MILLÓN DE VISITAS


Si localizas un yacimiento de gomina y te lo echas todo en la cabeza para parecer más brillante y aseado, es probable que a los pocos días comiences a masturbarte con las cotizaciones en bolsa, como efecto secundario, o que España te parezca, de repente, una Unidad de Vespino en lo Universal, y que no se rompa el cuadro haciendo caballitos por el Peñón de Gibraltar. El de arriba, me temo, es uno de esos casos. Javier Ortega Smith, secretario mi general de Vox. Un elemento químico de perfumería: pólvora, napalm y el olor a cuero de los correajes de la falange, me temo otra vez, y con la boina verde fosforito por dentro y por fuera. Un figura repelente que está haciendo una cuestación por toda España para ver quién se apunta a matar más violadores de madres, esposas e hijas adolescentes que hayan entrado inexplicablemente en tu chalet a cuestionar tu derecho a matarles en defensa propia, aunque luego diga el forense que el negrito solo había llamado al timbre para dejar propaganda del Carrefour, qué más da. Pues eso. Que estoy deseando que me den ya la pistola cuando deposite su voto en la urna tal y como pienso hacer. Soy negrito, trabajo por diez euros al día repartiendo folletos y voy a defenderme yo propiamente también por si alguno de estos entra en mi vida, que casa no tengo. Aparte de toda esta chapa que acabo de dar, en algún lugar del mundo hubo alguien que entró en este blog esta noche y fue el visitante medio millón. Tras doce años de subir entradas en este viejo blog, me extraña sobremanera que haya links en youtube con un gatito que reciben dos millones de visitas en menos de media hora. No sé escribir gatitos, cachis la mar. Me lo tengo merecido.

sábado, 9 de marzo de 2019

LA MUJER DE LAS CAVERNAS


Podemos hablar del Hombre de las Cavernas, que por lo visto vuelve (ya se están encargando las inmobiliarias de que vivamos en cuevas y los fachas de que pensemos hacia atrás, que el mamut está muy callado), pero me interesa más una Mujer de las Cavernas a la que escuché el otro día en la tele: Rocío Monasterio (arriba). Por supuesto de Vox y por supuesto una monja de Erasmus en la vida civil aunque tenga familia numerosa (cómo no) y sea arquitecta (Charles Manson fue ladrón en sus comienzos). Esta señora ancestral habla de dictadura de género y del feminismo como un movimiento totalitario. Porque ella se ha casado con un "Espinosa de los Monteros" y el resto de las lesbianas no le llega a la suela del tacón, suponemos. También ama a España la Monasterio. Con la Campanario, de las que le arrojan bragas a los toreros y a los militares golpistas. Es un suponer y todo lo de arriba un relato de ficción, por supuesto los suponeres. Lo que más me gusta de ella, aparte de su belleza natural (cruda, paleolítica), es imaginarla trabajando en su empresa (de la que es dueña, ole) de arquitectura e interiorismo (lo que se viene llamando una "caverna" eufemísticamente). Una máquina, Rocío Monasterio, para los tiempos salvajes que corren. Como transforma la realidad para mejorar su vida y la de España entera. ¡Rocío Monasterio, cambia el mundo! ¡Escarcha Convento, piensa! ¡Hacía el neolítico y más allá, pero no mucho! ¡Revoluciona! ¡Transforma! Una capilla con cojines emoticonos. Una sacristía loft. Un altar isabelino con novia virgen, un facistol en mueble castellano, un vaporizador de incienso a la última y en la vidriera un Pantocrator con la cara de bisonte de Santiago Abascal. Maitines por bluetooth.

viernes, 8 de marzo de 2019

TE VA A CAER LA DEL PULPO, JACINTO ANTÓN, Y LA DE LA PULPA...




Un fantástico artículo de Jacinto Antón en El País acerca del libro y de la película que narran las peripecias de un comando israelí en las vicisitudes de un secuestro aéreo en 1976. Buena prosa, con su pelín de épica y heroísmo, (texto íntegro aquí), para terminar, precisamente hoy, un 8 de Marzo, con un final que le va a costar más de un twitt colérico con la sintaxis en predicado de sartenazo y a por sus carnes morenas. No pude evitar la carcajada cuando llegué ahí. Mira que es bueno en lo suyo, pero es más inocente... Feliz día de la Mujer a todas. Y no perdamos el sentido del humor. Atentos a la imagen de las últimas líneas. Esas en las que Jacinto huye del patriarcado... Y otra vez me viene la carcajada...


Eres mi héroe, salao...



miércoles, 6 de marzo de 2019

ENTREVISTA (ESPLÉNDIDA) A FLAVITA BANANA EN YOROKOBU


Flavita Banana no tiene pelos en la lengua, los tiene en los sobacos
POR
05 MARZO 2019

Arranca Archivos Cósmicos, tercer libro de la viñetista Flavita Banana, con una broma interna, vaticinando que la autora se beberá y fumará los beneficios de este libro. Ella está ahí, cumpliendo su promesa y apurando un tercio junto a su editor, Manuel Bartual, y su vecino, el también ilustrador Sergi Moreso. En una hora presentará Archivos Cósmicos en este mismo espacio, una librería café del centro de Madrid, así que Flavia, Flavita, diluye los nervios en cerveza.
No disfruta estos momentos de protagonismo, pero los acepta con deportividad, como los daños colaterales de un afortunado accidente. La verdad es que nunca pensó que acabaría envuelta en esta historia. Libros, presentaciones, entrevistas… La fama le pilló por sorpresa. «No es que fuera de repente», matiza dando un trago, «de hecho fue muy gradual, fue una mezcla: por un lado la gente me empezaba a contactar, por otro lado me fue gustando lo que hacía».
Para llegar a este punto de autoaceptación, Flavita fue desprendiéndose de cosas. De ojos, de cejas, de colores. Sus dibujos se erosionaron de detalles, se simplificaron en el trazo. «Fue por una cuestión de vagancia y de practicidad», explica, «necesitaba contar de forma simple lo que quería expresar».
Esta evolución, cuenta la ilustradora, se fue dando de manera orgánica, casi improvisada, «no pensé, “voy a hacer viñetas”, pensé que estaba simplificando la ilustración y añadiendo texto, pero me empezaron a contactar los periódicos y me di cuenta de que lo que estaba empezando a hacer eran viñetas de opinión. Y que mi opinión contaba».
Tiene la risa atronadora y el verbo fácil. Suelta frases contundentes, como lo hacen sus dibujos y hoy lleva una camiseta rosa de eslogan pegadizo: Stephen Queen. Flavita Banana es tal y como uno la imaginaría leyendo su trabajo. Quizá sea porque la protagonista suele ser ella, porque las viñetas plasman sus obsesiones, ideas y manías. «Yo digo siempre lo que me parece a mí. Si quien lo lee comulga con ello me parece bien, si no, no pasa nada».
Flavita lleva años huyendo de etiquetas reduccionistas. Cuando empezó a despuntar muchos la definieron como viñetista femenina, un concepto contra el que ella se rebeló. Ahora, en medio del bum editorial que vive el feminismo, son muchos quienes la definen como viñetista feminista.
«Soy viñetista y soy feminista» arranca ella cuando se le pregunta por lo ajustado de esta definición, «pero estoy bastante convencida de que el frutero de debajo de mi casa también es feminista. Y el cartel de su tienda no pone “el frutero feminista”. El feminismo, cuando se lleva a producto, es mirar el dedo y no la luna», concluye.
Flavita Banana habla y mucho de feminismo en sus viñetas. También habla de redes sociales, de sexo, de amor y de desamor. Y de política. Y de suicidios. «No quiero ofender a nadie, pero es que el suicidio me parece la broma final, sobre todo los colgados. Me interesa el concepto de usar el peso de tu ser para acabar con tu ser. Si no pesaras nada no te morirías, tienes que usar tu cuerpo para morirte. Y eso me parece poético, curioso y absurdo».
Flavita se ríe de todo, incluso de la muerte. Define su trabajo como humor triste y defiende que se puede enarbolar un discurso político, combativo incluso, desde el humor. «Me parece la mejor de las formas» asegura. «Y es que yo te puedo hablar de un tema con el que no estés de acuerdo pero si lo hago desde el humor, al menos me escucharás y te echarás unas risas».
De esta forma ha amasado cerca de medio millón de seguidores en Instagram, combinando risas, sonrisas y reivindicación. A pesar de este éxito digital y de tener una gran relación con los medios y sus seguidores, Flavita confiesa que si pudiera congelaría esa cuenta y no ganaría un seguidor más.
«A mí lo que me gusta es el oficio de viñetista de periódico. O los libros. Y sé que la gente del papel desdeña un poco el gran triunfo de internet. Ven un millón de seguidores y solo piensan: viral. Por eso creo que en muchos casos me perjudica tener tantos seguidores».
Pero el perjuicio no ha sido para tanto. Sus viñetas se asoman a menudo a las páginas de MongoliaEl País o Smoda. Y publica libros. La presentación del tercero está a punto de comenzar, así que Flavia, Flavita, apura su cerveza y reflexiona. «¿Sabes lo más alucinante de todo esto?» inquiere, «saber que siendo una recopilación, que todo este libro lo puedes ver en internet, haya gente que quiera comprar el libro, sentarse en el sofá y pasar un rato con un libro en papel. Eso me alegra por mí, claro, pero me alegra sobre todo por la sociedad».

Gracias a Enrique Alpañés
Gracias a Yorokobu.
Aquí el enlace en internet.