jueves, 22 de febrero de 2007

300 DE LAVAPIÉS (17)




Hadentro sin Cortázar

Definitivamente

Solos y abandonaditos

Como si alguna vez hubiéramos tenido
Compañía

Solos absolutos
Desde siempre

Tal vez en algún momento
Sin relojes
La risa

La blanca risa
De la especie

La mondadura de piel
De la especie

Esa extraña y especialísima carcajada
Jofaina

Incontable

Acaso
Paquiro riéndose de la turista
Aplastada
El souvenir de un cielo raro
Celeste rojo

Acaso
Ese tipo de risa
Mirando
El Desfiladero

Sonriendo

Celeste rojo
Pensando en su


Tabaco transpulmonar
Y los pelitos almidonados
De los pregenios en sus terrazas
En los avales de pedigree
Si dejan tener serpientes
Bilingües
En el apartamento rehabilitado
Una igüana doblada al castellano
Que se llame Macarena Qué linda
En su diorama
He terminado mi película
En papel Imprímela
Dásela al viejo de la silla de ruedas
El encantado de mearse encima

Te dirá que lleva sin leer
Doscientas médulas espinales
Que antes sí
Cuando era menos tetrapléjico
En el pueblo
Esas novelas del Oeste

(¿El Oeste de dónde?)

Que escribía un tal Calvin Klein español
U otro calzoncillo

Tiros escritos

¿Y es buena tu película?

Cuéntame la escena del medio
Donde no pasa nada

CUÉNTAME UN CUENTO, PAPÁ BORRACHO


AMONAL, LA DÉCIMA MUSA



Amonal (αm0ηal, ‘la de cintura explosiva’)
Calíope (Καλλιόπη, ‘la de bello rostro’)
Clío (Κλειώ, ‘la que celebra’)
Erato (Ἐρατώ, ‘amorosa’)
Euterpe (Ευτέρπη, ‘deleite’)
Melpómene (Μελπομένη, ‘cantar’)
Polimnia (Πολυμνία, ‘muchos himnos’)
Talía (θάλλεω, ‘florecer’)
Terpsícore (Τερψιχόρη, ‘deleite de la danza’)
Urania (Ουρανία, ‘celestial’)

300 DE LAVAPIÉS (16)

A Demetrio nunca le quitarán
Su cajero automático
Con porche y cerrojo

Otros le echan migas de pan a las palomas
Él le da buchitos de vino al oso del banco

En la que estoy yo por las noches
No entra nadie más, Cristóbal
Pero no razonan

Alejandra arrinconada
Putísima
De boca y bajos
Y mano

Su rincón español
Tasado
A tanto el metro de polla
Su vida

Tampoco a Pepelón
Le quitarán su carrito
De cangrejo ermitaño

Vistas a la calle
Orientación opcional
Carpintería de aluminio

Garaje
Trastero
Bodega

El carrito

O a Paquiro sus cartones
De última temporada

Reversibles
Según el frío Según el calor

Camaleónicos
Según la policía

Con lo delgado que está el Paquiro
Quién va a decir que ahí debajo
Hay un hombre

Ojos insostenibles
Maxilares

Demetrio y su cerrojito

Su cerrojito mundo

Pepelón cangrejo

Vaho de puta arrinconada

Paquiro camuflado
De acera

La vivienda




Un tractor de limpieza de playas
Aplasta a una turista
Que dormía bajo una esterilla

Paquiro lee el titular y se ríe

Sus cartones nunca le harían eso

En los durantes de Paquiro
Las novelas geniales
Los carteles con radiografías
de dentrífico
El videoclip apocalíptico
de seda
La instalación que te fagocita
con una sonrisa

También en los durantes de Alejandra
Rincón español

La tourné del séptimo sentido
Cuando te eructa en el glande
Y unas veces es vino con gaseosa
Otras gintonic
Según se haya dado



Y ahí siguen ellos
Con sus exposiciones
A menudo verbales

Los happenings sintácticos

A Júpiter
Con un ingeniero agrónomo
Mechado
Que plante tabaco transgénico
Transpulmonar

Mientras contemplo

El Desfiladero

DE ESCULTORES, ESCULTURAS Y CABEZAS






Visto y oído en la tele: después de recibir alguna que otra paliza vergonzante, Ramón y Cajal frecuentó con empeño los gimnasios hasta adquirir una musculatura capaz, disuasoria y visible de lejos. Unos brazos y un torso de los que te ahorran problemas sólo con tenerlos. Y cosas de la vida, peleas no hubo más, pero esa premeditada fortaleza corporal le salvó de morir de disentería en la guerra de Filipinas. De ahí que la escultura que hay frente a su hospital homónimo en Madrid tenga un entretenido aire a Sean Connery. Aspecto de galán antiguo, maestro chino de artes marciales, y un cuello de toro de aquí. Ramón y Cajal, premios nobeles y culturistas, el 007 de las neuronas en busca del impulso nervioso. Pídele prestado el microscopio, pero devuélveselo por la cuenta que te trae.




Y así, otro premio nobel español, Severo Ochoa, tiene una escultura en la que se asoma cabreado fuera de la ducha a ver quién leches le ha quitado su champú de fosforilasa. No en vano su nombre completo era Severo Ochoa de ALBORNOZ (no pasa nada, Gregorio Marañón era Posadillo de segundo).


Otro despropósito de escultura es la de Doña Emilia Pardo Bazán, nombre gordo donde los haya, y ella que lo disfrute. Cómo trataría de disimular el artista la gordura de la seña que la acabó resaltando aún más. A mí siempre me ha parecido que la cabeza de Doña Emilia está tratando de salir con todas sus fuerzas de una especie de trampa de ropa. A desnudarla se dice que la ayudaba mucho Benito Pérez Gáldós, canario de infinita paciencia.


Y como se ve, al hombre no le quedó muy buen cuerpo después de eso. Pregunta a los escultores que aceptan estos engarguitos: ¿Alguna vez los artistas e intelectuales podrían tener algo más que cabeza? A que si os pide una escultura Tarzán...

Foto Gavilan-Edu