LA EDUCACIÓN EN MANOS DE UN PERIFOLLO
Cuando uno vota Democracia, la Democracia es elegida como forma de Gobierno y uno cree que vive en Democracia, se pasan algunas estupefacciones y algún que otro asco doloroso cuando te colocan una alcaldesa hereditaria o un ministro aristócrata, y entonces te replanteas el país en el que vives y adónde mierda fueron todos tus votos desde que cumpliste los dieciocho. Por el retrete. El país, tus votos y la puta democracia fraudulenta que te quieren colar como animal de compañía. El cantante de cruceros de arriba es en realidad tu nuevo ministro de Educación, el Barón de Claret, Don Íñigo Mendez de Vigo y Montojo, el sucesor del cyborg Wert, de año sabático bien ganado en Paguí, de asueto en el Palacio de los Gomendios. Hijo de militares y casado con casa grande, el chavalote que nos reúne se ha pasado la vida de crucero en crucero animándole las veladas al régimen franquista hasta que le han dado por fin el ministerio que se merecía por su sangre azul falange. Y no le des más vueltas a que vaya a ser un ministro póstumo (por las próximas elecciones a degüello) o que alguien tenía que sustituir al calvorota Gollum de la reforma educativa criminal. Un aristócrata de pitiminí es el que decide qué hacer con la escolarización de los barrios de chabolas, el hambre que pasa un niño sin comedor escolar y sin beca, y qué ejercicios sobre religión católica se han de rellenar con los Cuadernos de Vacaciones Santillana en la playa de barro cuarteado de las periferias españolas... Un perifollo. Tu votas Democracia y a tus hijos los maleduca y los maltrata un perifollo. La represión con perejil. Y a callar, populacho.
Déjalo, Lob, que disfrute de su último crucero. En una bodega de Chamberí, entre andas procesionales polvorientas a la carcoma, odres de Jumilla más resecos que el Kalahari, fardos amarillentos de El Imparcial y cartillas de racionamiento, hay mujeres hacendosas que trasiegan botellas de agua del padre Manzanares. No tiene esta la pureza de cuarzo de la del Lozoya en Peñalara, pero congela bien y da icebergs de dureza diamantina. Y en ello están las mujeres hacendosas de Madrí, con Carmina la Mojada a la cabeza. Doy fe de que la batea se va colmando y de que los viejos frigoríficos resoplan su asma día y noche. Una tarde, allá por las postrimerías del año de gracia, el enorme prisma de hielo saldrá a descomponer la luz velazqueña de la city en un espectro de colores tal que la bandera de los gays pero a lo universal y plebeyo. Y una cuerda de galeotes voluntarios jalará de maromas y enrollará los cabestrantes hasta situar la mole blanca en el Paseo del Prado, más o menos delante del edificio del antiguo Ministerio de Marina. Y allí habrá de producirse la colisión, Y el barco se hundirá.
ResponderEliminarQué manera más chula de contar cómo se hace un iceberg...
EliminarEn verdad te digo, Lob, que estaba en mi mente Lavapiés ...y me salió Chamberí. Será porque tuve una novia de allí.
ResponderEliminarSorry.