LA PASIÓN DE CONTAR (ABSTENERSE CONTABLES)
Un suponer: te dicen que ayer por la noche hubo una pelea en tu bar de toda la vida y que te la perdiste. Maldición. ¿Y cómo fue? ¿Era gente conocida? ¿Saltó la barra el camarero? ¿Hubo destrozo? ¿Ardió la calle entera? "No lo sé, a mí nada más que me han contado que hubo una pelea". Maldición again. El informador de sólo la puntita no nos sirve. Porque tú quieres saberlo todo. ¿Cómo enterarte de los detalles? Preguntándole a alguno de los protagonistas, de seguir vivos, o preguntándole a alguno de los testigos. Los protagonistas murieron todos en la masacre, dicho en titulares gordos por el Forense News, y de los testigos que presenciaron el suceso uno está en coma, otro perdió el don de la palabra, un tercero es la Peña de la Simpatía al completo, y el cuarto es Jacinto Antón. De los testigos de la Peña de la Simpatía tienes a El Mierda, que te contará la pelea por lo que pudo pasar y no pasó; El Liendre, que te contará la pelea por los golpes que oyó encerrado en el servicio; El Pupas, que te contará la pelea desde la perspectiva del botellín que le pasó rozando; El Chivato, que te contará la pelea por los que se acochinaron debajo de las mesas; El Notario, que te contará la pelea por lo que habían bebido; La Contributiva, que te contará la pelea por lo que tardó en llegar la policía; y La No Contributiva, que te contará la pelea por lo que tardó en llegar la ambulancia... Pero si quieres saberlo todo de la pelea, el nombre y apellidos de los contendientes, su horóscopo del día, las aficiones de sus padres, los pasos, uno por uno, del crescendo verbal que comenzó a desbordar la mera dialéctica a una hora exacta de la noche, la palabra que provocó la súbita colisión física, los arrestos tácticos de los protagonistas, su repertorio de golpes, sus habilidades con el lanzamiento y el dribling de botellines, la autodefensa con taburetes como género literario, la partición de cejas con la frente y la partición de frentes con la ceja, la actitud global del resto de la peña durante la pelea, la actitud pormenorizada de cada uno de los parroquianos, la gracia que tuvo un golpe fallido con el cuenco de las aceitunas y que fue a darle en todo el fociño a Benito, el que chilla en las partidas de mus, los daños materiales in situ, la profusión de sangre, dientes, orejas y gafas del altercado, el grado y número de los policías que acudieron, si vinieron de por sí o acudieron a una llamada al ll2, la gravedad de las heridas con las que se encontraron los técnicos del Samur, y toda la épica, torpeza, villanía, mezquindad y heroísmo que pudo haber en la pelea de anoche en tu bar de toda la vida... mejor le preguntas a Jacinto Antón. Y que te lo ponga por escrito. No conozco a otro periodista mejor que él que te haga vivir las aventuras más emocionantes o más patéticas de la historia con ese sentido del humor, esa ternura, esa pureza, esa verdad... y esa pasión. Si es capaz de hacértelo vivir con los zulúes y los ingleses hace un siglo, por ejemplo, qué maravillas no sabrá contarte Jacinto Antón de la pelea de anoche entre Paquito, el fontanero jubilado, y el Pestañas, que le dijo hola cuando el fonta iba al servicio y no era momento de decirle hola a ningún hombre varón varón sin ofender... A mi es que me tiene entregado en los articulitos que saca en El País. Jacinto Antón, otro fichaje más para la Canallesca Buena.
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