LAS MAYAS DE LA SECTA NOCHE
Hoy se celebran "Los Mayos" en Lavapiés. Una cosa entre el culto a la primavera y el culto al vino con una niña en un altar callejero decorado por un loco de las flores. A la niña la visten como a una muñeca vieja y los viejos se visten de niños de Goya, con redecillas en el pelo, miriñaques, medias y levitas. Previamente se han dejado las patillas largas, ellos y ellas, y esta mañana salen juntos del bracete a valorar y piropear altares y niñas trasegando de porrones, botas y botijos, comerse unas rosquillas tacto piedra, y, a la que se tercia, marcarse unos pasodobles o unas jotas manchegas (los chotis se dejan para las verbenas de verano y la romería de San Isidro) amenizados por la banda de Pancho Villa de la Dulzaina, la Bandurria y el Pandero de pellejo de alcalde. Jornada de bares de puertas abiertas de par en par y azulejos en fachadas: "Aquí fue la Maya 1994", "Aquí fue la Maya 2005", "Aquí se encabritaron los caballos del carro de la Mahou y no pasó más porque Baltasar Bachero dio su vida por salvar la de unos niños que jugaban en esta misma cuesta de Salitre", "Botellín 1'10 €"... Pero las mayas a las que quiero hacer alusión con la caricatura de Iñaqui López son las de su programa "La Sexta Noche", que no son otra cosa los "tertulianos" a los que sienta en sus tronos todos los sábados. Un altar, un moño apretado. Un trono, unos mohínes. Una tableta, un aburrimiento. Maya Marhuenda, Maya Inda, Maya Rojo. Y en los altares de enfrente, los mismos miriñaques. Una vez vi a Ada Colau y fue la única vez que la Maya merecía la pena: cuando la niña está cansada, triste, a punto de llorar, con unos padres que son unos cabrones y la Peña la Simpatía una secta de talibanes del buen rollito, y entonces se arrima un perro del barrio de toda la vida y a la niña se le ilumina la cara. Entonces la maya de enfrente la llama gorda y el del pandero de arriba la echa del altar. El Sálvame de la política. Vale que Iñaqui no elige a sus mayas y que cuando más disfruta es con las entrevistas, pero ya podría racionar el vino en su programa. No, para qué. Ni el de los "tertulianos" (las tertulias por la noche son veladas, pero sería más terrorífico llamarlos "veladores") ni el que seguro se tiene que trasegar el propio presentador para soportar las cagadas de Marhuenda, por mucho aficionado al cine gore que se le sume a la audiencia para gritarle "¡Guapa!" al del caracolillo grasiento.
La verdad que es una patética muestra del nivel televisivo y del debate politico
ResponderEliminarEmpecé a aburrirme con las reiteraciones de Revilla. Dejé de verlo definitivamente cuando llevó al pederasta confeso , Sanchez Dragó, aunque su delito de pederastia haya prescrito.
ResponderEliminarYa poco queda en la sexta. Quizá solamente el Intermedio porque en "al rojo vivo " también imponen a tertulianos impresentables, por más que el presentador los frene.