DIEGO COSTA, ESPAÑOL SOBREVENIDO
El futbolista Diego Costa es español desde julio del año pasado y tiene ese aspecto exactamente, un español en veranito. Perfecto, entonces. Incluso el nombre, Diego, y el apellido de veraneo, Costa. Así pues, Diego Costa es un español soleado, sobrevenido y reciente; un neoespañol, por ejemplo, muy diferente a Rajoy, que viene siendo español lúgubre y rancio desde los tiempos del hilo negro y el cuplé triste, o que el mismo Aznar, que es nacional fúnebre desde el bautizo del Cid Campeador, que ya son siglos de patriotismo y faldones oliendo a perro mojado. En esto de la patria, a Diego Costa parece que se le reprochan los genes de celulosa por aquello de haberlos jurado delante de un ejemplar de la Constitución, que ni es gónada ni nada, y también lo de la patria bífida (su doble espina geográfica, con Brasil), señal inequívoca de que el nasciturus por papeles no ha entendido bien lo de Una, Grande y Excluyente para jugar al fútbol carioca con la selección nacional. Los recriminadores, eso sí, se olvidan de sus propias patrias bífidas, tales como España / Suiza, España / Vaticano, España / Bruselas, España / Endesa, España / Banco de Santander, y por ahí. Dobles morales y dobles nacionalidades todas ellas que nos han hecho más de una jugarreta en nuestras economías y que nos han metido goles a cascoporro en propia puerta, con nocturnidad, mecherazos, pancartas fascistas, partido amañado y maletines volanderos desde cientos de banquillos (de juzgados y financieros) y juntas directivas de gafas de sol bajo techo a las que no ha votado un puto socio o a las que el socio votó a ciegas, engañado con una campaña electoral falsa y con el entrenador entrante echando pestes del saliente. Así que después de estos antecedentes de goleadores bífidos, venenosos y malnacidos, entendemos que los recién adquiridos cromosomas jurídicos de Diego Costa no deberían afectarle para ponerse a marcar tantos en nuestro nombre con La Roja. Como el aspecto finlandés de Iniesta tampoco nos hace renegar de sus pases de aurora boreal en el centro del campo. O, por poner otro ejemplo de aceptación de oriundos en este país, el aspecto de liebre depilada de Aznar tampoco le impidió figurar en el equipo de los seres humanos y hasta deslumbrar como alimaña bípeda y terrorífica en las ruedas de prensa post partido. Y aunque no pase un día en que no nos arrepintamos por ese maldito traspaso, señores, aquí se trata de jugar limpio y no de ninguna limpieza de sangre. A ver si ahora es que hemos retrocedido cinco siglos en el fútbol también, como en casi todo.
Aquí el servicio de documentación, para servirle. Fíjate si es español sobrevenido, que nació en... lagarto, lagarto.
ResponderEliminarPrecioso pueblo, Lagarto. De ahí es también el periodista Armas Marcelo, Juancho.
EliminarComo gane con la seleccion, medalla nacional
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