MAY THE 4th BE WITH YOU
Ayer estuve en Toledo. La gente se hace miles de kilómetros para ver la antigua capital del reino. Vienen de Tokio, de Montreal, de Seatle, de Amsterdam, de Londres, así que por qué no podíamos ir nosotros desde Lavapiés. Ah, Toledo, la primera trampa medieval para turistas... Tecnología punta desde el tren de alta velocidad (a uña de voltio) a la Casa Museo del Greco completamente virtual, porque el Greco jamás vivió allí, y te lo dicen justo cuando has pagado los tres euros de la mordida en la entrada. Pero sí había cuadros suyos. Los mismos que vi en Oviedo hace unos cinco años. Exposición itinerante. Que me voy mañana a Móstoles y me encuentro los cuadros en el primer bar de la estación, esperándome. Ah, Toledo... Nuestra Jerusalén. Moros, judíos y niños con videoconsola por la calle. ¿Qué harán con tantas espadas en los escaparates? Con lo difícil que es colar un bote de champú en un avión, no te digo nada con la réplica de la Tizona, que no sé cuántas manos tenía El Cid, pero setecientas mínimo, y nada más que por la zona de la Catedral (8 euros entrar a hacer pis). Ah, Toledo... Comimos venado en salsa y carcamusas a la toledana. Ah, Toletum... La plaza mayor es un poco más grande que el Campillo de Manuela de Lavapiés, pero mucho menos ruidosa y con el Teatro de Rojas dominándolo todo. No vi a Pilar Bardem, por cierto. Y ya que hoy es el día mundial de La Guerra de las Galaxias, Que la Fuerza te Acompañe (May the force be with you / May the 4th be with you, ese juego de palabras, parece mentira lo clavado que queda), pues me he dicho que por qué no pintar a San Yoda a la manera de Doménico Theotocopuli, El Greco (exactamente de Creta), con sus ritmos sin dibujo previo, sus estilizamientos antinaturales (también llamados "libérrimos") y esas drogas de la época que usaba para mezclar los colores. Ah, Toledo. Ah, El Greco, un emigrante griego que le vaciló bien y bonito a todos los mandamases de Iglesia. Se saltaba los textos de la Biblia y te hacía un manga con San Juan Evangelista que era una cosa fina para desesperación de los ortodoxos, manos santas a la cabeza "¡Está loco, el guiri este! ¿Quién lo ha contratado?" Pero cómo pintaba, el jodío. Eso sí, nos quedamos sin ver el Entierro del Conde de Orgaz. Nos pedían una burrada en el tanatorio y preferimos gastarnos los euros en cerveza y beber por la salud del finado.
¿Te ha decepcionado Toledo, amigo?
ResponderEliminarPues te regalo un dicho toledano: "A cojón visto: macho".
¡Qué dices, Matías! Toledo ha sido todo un hallazgo y habrá que repetir. ¡Me lo pasé como un asesino en el parque temático de la puñalá! Te recomiendo el mirador de las Calandrajas.
ResponderEliminarAh, pues te he malinterpretado cegado por mi subjetividad. A mi esas visitas a una ciudad medieval yendo desde el AVE hasta el centro en escaleras mecánicas (no sea que nos cansemos)y convirtiendo la "convivencia" árabe-judeo-cristiana en codazos con japo-canadienses-holandeses-ingleses mientras me ofrecen para comer unas migas manchegas de mentira, pues... como visitar Combarro sobre pasarelas de museo para no pisar las piedras no sea que nos torzamos un tobillo o que no podamos llegar cómodamente a las tiendas de Ribeiro y orujos "caseros" para que no puedan clavarnos convenientemente.
ResponderEliminarSiempre nos quedará Torremolinos... y Lavapiés, por supuesto.
Toledo una maravilla! Pero ese Alcazar y "esa academia" donde me hicieron sargento "pisahormigas"...
ResponderEliminarGerman
Conocí Toledo hace tiempo y tengo pendiente volver por allí, que seguro que ya no la conozco.
ResponderEliminarAdoro al Greco.
ResponderEliminarMi señor Lobato, vuesa merced yerra cuando dice que el Apostolado que vio en la casa de El Greco toledana es el mismo que admiró en Oviedo hace un lustro. He de decir a vuesa merced que el que gozó en Asturias es uno de los TRES que compuso el cretense prodigioso (le mola infinito al que suscribe) y perteneció al Marqués de San Feliz, pero hoy pertenece al Museo de Bellas Artes de Asturias. Un tercero está en la catedral de Toledo (¿cómo puede ignorar estas cosas un artista plástico del tamaño de Lobato).
ResponderEliminarNo se me ofenda nadie si digo que en Toledo topé con la gente más antipática de España (hostelera, funcionarial y de infantería). La mercantilización de la ciudad se nota en todo y es una pena que urbe tan bella (estoy por decir que la más de España) sea guarida de tanta garduña y de tanto mercanchifle quincallero. Me consta que existe la facción de los hombres y mujeres cabales y de trato normalizado. Pero en mi experiencia particular, un desastre.
Hablando del El Greco, una sospecha que tengo: la tan traída y llevada suposición de que el prodigioso pintor usara como modelos a los orates del hospital de locos toledano, carece de fundamento; porque no hay más que fijarse un poco para concluir que todos los caretos y manos de los apóstoles... son el mismo careto y las mismas manos de uno de ellos, que se repite hasta doce veces con pequeñas diferencias. Es más: estoy casi convencido de que don Doménikos pintaba DE MEMORIA.
Dicho lo anterior, pido disculpas anticipadas por desplantes, censuras y osadías. Pero uno es como es y en un blog hasta Rajoy es valiente.
Salud.
Sí. Tienes razón, Federico. Me despistó uno de los vigilantes al que le pregunté por el asunto. La salida por provincias de esos apóstoles de Toledo (tres fueron a Osaka, incluso) mientras terminaban las obras de la casa-museo no tiene nada que ver con la colección permanente del Bellas Artes de Oviedo, de menor formato, que a buen seguro fue la que yo vi. Otra vez mi mala cabeza, que también pinta de memoria a menudo.
ResponderEliminarSiempre he dudado de la famosa "convivencia" entre los creyentes de la religión del Libro.
ResponderEliminarOye, Lob, ¿habrás comido por casualidad en el restaurante La Abadía, en Toletum? Lo digo porque, hace unos años, con ocasión de ir a recoger un premio de diseño de logotipo que ganó alguien muy cercano a mí, allí comimos. Era un antro rarísimo, lleno de criptas de bóveda enladrillada que hacían las veces de pequeños comedores, muy monos, con pasadizos excavados en la roca y aljibes desecados. Un ambiente muy atractivo.
ResponderEliminarRecuerdo que comimos un "colgado" de venado, entre otras chuminaditas de diseño. El tal colgado era una brocheta de carne suspendida de una especie de pequeño patíbulo, de manera que ibas sacando el trozo del extremo inferior y de allí parriba. Había unos japoneses (o de por esa parte) que nos miraban hipnotizados por aquella manera de jalarse la carne. La chinorri más joven nos hizo una foto y todo.
Como veníamos de recoger un cheque sustancioso, todo fue jolgorio y buen rollete. El camarero, de los pocos amables que tratamos, mira tú.
Saludos, Lob.
La Inquisición siempre ha tenido los garitos más guapos y no veas cómo era innovando con las cosas de la carne. Ferrán Adriá estudió con ellos. ¿"Colgado de venado"? Y deconstrucción de hereje.
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