martes, 21 de mayo de 2013

INTOXICADOS TODAVÍA POR AQUELLA BODA


Con una Ley de Transparencia como es debido sabríamos que el primer langostino de la boda de Ana Aznar con Alejandro Agag lo pagó Rouco Varela y que la última tarta al whisky fue cosa del Albondiguilla de Boadilla del Monte. Le trocearon la corbata al novio y Caja Madrid se quedó con el cacho más grande. Hicieron un puzzle con las bragas de la novia y Urdangarín pujó por la parte más cóncava. Luego cortaron la tarta con el hilo dental de Ana Botella mientras Aznar observaba atentamente quién ponía cara de asco con el primer bocado para mandarlo fusilar fuera de la carpa. Comenzó a tocar la Orquesta Sensación y el primer vals con la madre del novio se lo pidió Briatore. Rodrigo Rato tocó la campana que avisaba del inicio de la barra libre en los jardines y fue Correa el que se arrancó con los chistes verdes cuando vio que El Bigotes y Francisco Camps se retiraban hacia las habitaciones, abrazados del talle... A cada día que pasa, con un periódico por delante, estamos haciendo de comparsas en una obra de teatro que no tiene puta gracia. Comparado con lo que realmente ocurre en este país, las risas y la mala leche de Animalario con La Boda de Alejandro y Ana, es un documental de guerra de la BBC.

4 comentarios:

  1. ¿A qué correspondían estos “anises”? Todo se bendijo en El Escorial.

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  2. Cada vez quedan menos motivos para reír en este país.

    Saludos.

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  3. Pero, vamos a ver... si no ha muerto... entonces... ¿quién es el que está enterrado en el Valle de los Caídos? (Un sudor frío me invadió al comprobar que sí, que estaba despierto)

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