DE ELENA BALENCIAGA A ELENA VALENCIANO
En su día me pudo pasar por otra más de las hembras figurín del PSOE, la mujer que he maltratado arriba, Elena Balenciaga. Otro frasquito de perfume Rosa Luxemburgo, con las impresentables de Leire Pajín o Bibiana Aído, otra manera rubia de entender la política de tocador, tontería y pijismo de izquierdas. En la fase terminal de la lepra de Zapatero, volaron todas las periquitas de porcelana, que tenían hora en la peluquería... menos ella. Ahí dejó de ser Elena Balenciaga para ser Elena Valenciano. No sólo se quedó, sino que aceptó dirigir la campaña suicida del PSOE para las generales del año pasado. Si el barco se hundía con Rubalcaba, ella iba a ser la coreógrafa del capitán becario en sus pasitos de baile finales por el puente inclinado. That´s all, falks. Supongo que esa noche se emborracharon a base de bien, con Chavela, Paco Ibáñez o La Orquesta Mondragón. Tequila, cubatas, calimocho. "Alfredo, estamos muertos". "Tú estás guapísima, Elena". Desde entonces, esta mujer no ha parado de decir las verdades del barquero. Nadie mejor que una náufraga para eso. Leo en la wiki que empezó Derecho y Ciencias Políticas y que no acabó ninguna de las dos carreras. Esa esperanza de que no las acabe nunca. De que siga así. El próximo debate televisado que sea una pelea en el barro entre la Cospedal y ella. Yo pongo el whisky y la música. Sweet Child of Mine. Gun's n' Roses. Y hoy, que no haya ningún muerto o nos vamos a la mierda.
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