jueves, 15 de septiembre de 2011

CUADERNO DE ROMA (8)

En el suelo de esa iglesia hay una piedra de mármol con las huellas de dos pies descalzos, exactamente de un 43. Mármol y dos huellas profundas, como si fuera plastilina. Lo ves en la huella estrellada de un dinosaurio (circa Rioja) y vale: han pasado algunos millones de años y al limo le ha dado tiempo a cristalizar... ¿Cómo cristalizó ese barro en mármol con solo 2.000 años de antigüedad? Una cuestión de fe. A unos kilómetros del lugar, en la Basílica de San Sebastián, las mismas dos huellas catalogadas como las auténticas. Otra cuestión de fe. Aprovecho la ocasión para cagarme en los muertos del conductor del autobús 118 que nos dejó tirados a nuestros medios en la Via Apia, y saludar de paso (nunca más apropiadamente) al camionero que se bajó a mear sin esperarse la aparición mística de dos cristianos, tachán, caminando por el arcén justo donde su propio camión con la puerta abierta y él mismo con la bragueta ídem. Buon giorno per la matina. Menudo respingo de Dios. Pídale usted cuentas al hijoputa del 118. Il farabutto.

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