NAJDORF
José María González, el primer director de la revista de ajedrez JAQUE, allá por el arranque de los ochenta, viajó a Buenos Aires a entrevistar al G.M. Najdorf, venerable gladiador que seguía en activo pese a sus muchos años. La afición le llamaba cariñosamente El Viejo. Hoy en día, es Korchnoi el que va por el mismo camino. Bien. Terminado el trabajo para JAQUE, el periodista se iba a quedar unos días más en la ciudad y aún quería otra cosa del genio: con toda humildad, clases particulares. ¿Era posible? Por supuesto. Al amanecer. Mañana. Sin falta. Aquí. Y para usted gratis, que hace que la gente me lea en España... Al día siguiente, el director de una revista de ínfima tirada picaba tímidamente en la puerta del Gran Maestro y se encontraba con un anciano recién despertado que le decía: "Colocá las piezas, me ducho y estoy en seguida". Luego jugaban decenas de partidas blitz (5 minutos) hasta que al Viejo le llegaba la hora de irse al curro (al diario Clarín, donde era cronista, o adonde fuera que le llevaba promover el ajedrez por Argentina), y se citaban de nuevo para el amanecer siguiente. Así estuvieron durante tres o cuatro días, calculo... Cuando leí esta historia en la propia revista me quedé turulato: era la misma pasión, la misma necesidad de ajedrez que yo sentía por entonces cuando sólo podía obligar a mis primas y primos a echarme alguna partida y todo era devorar en solitario libros que pedía por catálogo al propio José María González y que tardaban una desesperante eternidad en llegar a Málaga desde San Sebastián... Para el que no sea aficionado, esas partidas al alba probablemente no cobren mayor tinte emotivo ni por la hora, ni por la circunstancia, pero a mí aún se me ponen los pelos de punta cuando imagino la escena. Buenos Aires, un viejo polaco exiliado, el amanecer, las piezas de madera gastada, el olor a jabón, el tic-tac del reloj, tal vez el vértigo de jugarle al propio Najdorf una Defensa Siciliana y emplear la variante que lleva su nombre... En fin. Mihail (Miguel) Najdorf (pronúnciese "Naidorf") nunca fue campeón del mundo, pero en los Torneos de Candidatos los rusos se buscaban todo el rato la cartera... Y hay más de uno que la perdió definitivamente: la cartera y el conocimiento, que El Viejo pegaba duro. Y cómo no recordar aquella vez, en el 47, cuando se encerró con 45 tableros en unas simultáneas a la ciega. Ganó a 39, cuatro tablas y dos derrotas. Casi se volvió loco del esfuerzo. Épica pura. Es triste que viniera a morir a mi tierra, a Málaga, hace poco menos de diez años, el 4 de Julio de 1997. Edema pulmonar, sacrificio irrefutable en el centro. El recuerdo no necesita justificación, Viejo, pero es que anoche le zurré a un australiano en el Playchess con tu receta y también yo hoy he madrugado para pintarte. Dile a Caissa que te ponga una cañita de mi parte. Llevas blancas. Si e4, yo c5.
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