sábado, 29 de octubre de 2022

EL SEÑOR DE LAS MOSCAS


Cuatro o cinco diluvios atrás, la academia de mecanografía de Beli estaba en una habitación pegada a la alberca y a las cuadras de Cristóbal Pérez, que tenía unas vacas lecheras que daba gloria verlas, de modo que sé lo que es estar rodeado de moscas desde pequeño. El traqueteo estrepitoso de veinte máquinas de escribir desacompasadas y las moscas, tu entorno de trabajo. No escuchabas ni lo que estabas pensando y más te valía respirar por la nariz. Como metáfora de Telecinco se acerca un poco, con el permiso de mis compañeros de esos años. Por resumir y saltar a lo que nos ocupa, sigo viviendo de lo que escribo a máquina, he escrito a diario y sin mayor problema para esas moscas, y también me preocupé de que no comieran siempre la misma mierda, con cariño, que uno tenía su orgullo de creativo y los jefes lo asumían. No voy a mencionar en qué programas, pero fueron de éxito. Directores solventes, formatos descarados, colores hipnóticos, rótulos  deslumbrantes, esas cosas. Era la época en que las otras cadenas querían copiar nuestra dieta milagro, tan rentable para nosotros y para los anunciantes... y nos robaban los presentadores. No los cocineros ni las brujas en el caldero, sino los presentadores. Bueno, y el pantone de colores, los colorinches de la felicidad... Qué inocencia, pobreticos. Eso entonces, pero con el tiempo todo se normalizó en una dieta poco menos que inmunda, que es la que sigue dándose de comer en la tele hoy en día, con el añadido infecto, quizá, de la información prostituida y manipulada, y de la política criminal normalizada en espectáculos para ratas y en falsos debates también rateros (La Alimentación para Ratas en la Tele sería otro tema a considerar, aunque mucho más asqueroso y dañino, y no me apetece ahora). Hablo de las cadenas generalistas, por supuesto, con la salvedad de las series, en las que hay de todo, bueno y malo, a escoger, y que son otro mundo. Vale que Telecinco fue la precursora en lo de las moscas y en lo de la "televisión basura", pero tampoco este país ha sido nunca mucho de la BBC en castellano ni consumimos documentales de la 2 en otra hora que no sea la de la siesta. Valerio Lazarov, dado que murió, tampoco era el demonio, y a Paolo Vasile, el otro comprador de almas, arriba, lo acaban de "despedir", y hasta hay antiguos puristas que lo lamentan. Carlos Boyero lo recordaba casi con cariño hoy en El País: de los chacales, el más virtuoso, decía. Leyendo a Rubén Darío, la tele puede parecer un circo chabacano y frívolo, y "Azul" no está mal, pero yo he visto a más de un Rubén Darío largando ripios por dinero y también tenían su público, probablemente más numeroso. Para contratarlos, tanto Lazarov como Vasile no hablaban con ellos de estética ni de pureza, sólo de pasta. Y de la audiencia que conseguían en el papelito de los audímetros por las mañanas, que se reflejaba en millones de moscas eructando comentarios y carcajadas por toda España en el café o en el aperitivo: "¿Viste lo de Fashion Darío anoche?" Algunas moscas, con mierda todavía en las comisuras, para simular luego muy dignos, ellos y ellas, los aires y la navegación solitaria, aristocrática y sumamente trascendente de un cisne en un lago de estampita. De esa hipocresía endémica, y porque los cisnes también cagan, surgen los Señores de las Moscas, los que han sido y los que serán.

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario