miércoles, 10 de junio de 2020

CUANDO LOS BEDELES SE ENFADAN CON EL DELEGADO


Ser delegado de la clase ya es un rollo, así que ser Delegado del Gobierno tiene que ser una mierda importante. Y más si eres Delegado del Gobierno en Madrid, con toda su pompa, rimbombancia y lupa en la nuca. José Manuel Franco, arriba (nadie elige sus apellidos, salvo Ana Belén o Sara Montiel), es el Delegado del Gobierno que acusa la jueza bedel de presa Carmen Rodríguez-Medel de prevaricar en su cargo al permitir la manifestación feminista del 8-M en Madrid sabiendo que íbamos a morir todos. Los de Vox también le acusaron en su momento de intento de asesinato de masas por permitir que se reunieran en un mitin peplum de fascistas más que amigos... Y a mí no sé por qué este hombre me deja bajar ninguna escalera del metro sabiendo lo que torpeo, así que creo que voy a denunciarlo yo también... Por negligencia indebida, abuso de escalones y mal rato subterráneo. A los Delegados de clase los cogen los bedeles por los pasillos y lo mismo les regañan por el cristal roto del 3º B, letras puras parrilla del McDonald, la pintada del 3º D, ciencias puras parrilla del Burger King, o tienen un berrinche de frustración histérica generalizada y quieren desahogarse pegándole una paliza ejemplarizante al pobre chaval... El bedel por ser hijo de bedeles, hermano de bedeles, y porque un mariquita de la clase del propio Delegado no le nombró en su momento Director General de la Benemérita de Bedeles Civiles y se lo dio a otra, y el Delegado por presentarse voluntario al cargo y por no verlas venir con esa clase tan mixta, levantisca y morada... Como delegado en primero de carrera, el profesor de griego me acusó de ser el responsable de que no le fuera nadie a clase y de que me llevara a sus alumnos y alumnas al bar de la facultad, como si ellos no conocieran el camino. El griego que nos daba sí que era un virus. Yo creo que salvé vidas, incluso.

No hay comentarios:

Publicar un comentario