miércoles, 6 de mayo de 2020

DIARIO DEL CORONAVIRUS EN ALGÚN LUGAR DE LAVAPIÉS (54º DÍA DE CUARENTENA)


La rutina va dejando sus bajas en los balcones. Ayer, incluso, había un tipo sentado en una sillita de camping leyendo su tablet con indolencia mientras los demás aplaudíamos. Enfrente, madre e hijo, ya ni siquiera se turnan para los aplausos. La madre es la que menos falta, y falta mucho. También noto un ligero cansancio en la intensidad del "¡Vamos!" del vecino animoso, puntual a su cita como siempre. Sigue echando la cabeza para atrás y hace bocina con las manos cuando grita, pero menos para atrás, menos bocina y cada vez menos grito de ánimo y más lamento. Las palmas ralean. Son las cuatro de la mañana y el cuadro flamenco está agotado. Cuarenta mil sanitarios infectados por el virus deberían ser café suficiente, pero el cansancio y la rutina de retaguardia pesan mucho ahora que el sonido de las bombas parece alejarse cada día más.

Las cerdadas entre los políticos tampoco animan a crear una buena moral de victoria de país en lucha. Al contrario. Me vienen a la cabeza todas las divisiones en la España republicana cuando tocaba enfrentarse como una sola al golpe de estado de los fascistas. Socialistas, comunistas y anarquistas en un totum revolutum, y el gobierno de la República tratando de coordinarlos a todos bajo un mando único. ¿Les suena de algo? También había una quinta columna en el invariable Barrio de Salamanca.

Necesito ir a un banco a hacer una gestión, pero la sucursal abierta más próxima está en la Plaza de las Cortes y hoy no es un buen día. Aquello va a estar infestado e infectado de políticos. ¡Eh, espera, también estarán los de Podemos...! He dicho políticos.

En los primeros momentos del SIDA, cuando un momento duraba un año o dos, se especuló con que era una enfermedad de diseño creada en los laboratorios fundamentalistas americanos para eliminar específicamente a Rod Husdson y a Freddie Mercury... Luego se les fue de las manos en algún cuarto oscuro perfectamente iluminado lejos de San Francisco y ya murieron cientos de miles de homosexuales varones, hembras, yonquis, heterosexuales y hasta obispos bisexuales eunucos pelirrojos (seguro que murió alguno)... A ese respecto, me gustaría creer que los chinos, siempre alérgicos a la política, diseñaron el coronavirus con la única misión de poner en evidencia a los políticos occidentales más putrefactos del mundo. Trump, Bolsonaro, Boris Johnson, Viktor Orbán, Pablo Casado, Díaz Ayuso, Santiago Abascal... Luego se les fue de las manos en algún mercado húmedo lejos de Wuhan y ya murieron a millones incluso entre las gentes más capaces, inteligentes y humildes...

El cocido de arriba lo pinté a la acuarela para un bar hoy extinto, El Naranjo de Bulnes. El recuerdo de sus boquerones fritos (y lo dice uno de Málaga) me hace peor efecto que a Proust su famosa madalena, sobre todo porque un cojón perdí yo el tiempo entre sus santas paredes, sino al contrario, al sol y sombra de las muchachas en flor.

Mira, el recuerdo me ha animado el día. Me va a hacer falta ese olor a boquerones otra vez para cuando empiece la puta votación en el Congreso al que no quiero ir esta mañana, ustedes me disculparán, mis queridos y electos políticos irresponsables de mierda, salvo los que están al mando del barco y a esos ni se les toca en la maniobra, que estamos en Cabo de Hornos con galerna y poca broma.

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