CONCEJAL, PUNTAZO Y PARTIDO

Carlos Sánchez Mato, concejal de Economía y Hacienda del Ayuntamiento de Madrid. Junto con Celia Mayer, en la cruceta de los fascistas. ¿El motivo? Estos dos servidores de lo público están a punto de pillarles con el carrito del helao y con sus chanchullos en el Open de Tenis de Madrid. Sabían que Gallardón había metido el cazo y pidieron una investigación. Oh, sorpresa: los amigos de Gallardón en el Ayuntamiento no encontraron nada ilegal... Mosqueados, encargaron una investigación independiente... Oh, sorpresa, los investigadores objetivos SÍ ENCONTRARON irregularidades, sobrecostes, contratos raritos y la pérdida para el erario público de un porrón de millones... Ahora los fascistas les acusan de prevaricación por encargar esa investigación independiente que ha pagado el propio Ayuntamiento. Así de simple es la denuncia. Que pagaron con dinero público un capricho: demostrar que lo del tenis estaba podrido y que nos robaban. Les piden que dimitan, claro. Es más, les interesa muchísimo que dimita Sánchez Mato. Es el que ha reducido la deuda de Madrid en dos años un 40%. ¿Cómo? Levantando todas las alfombras y arrancando los aguijones de corrupción que nos sorbían la médula. Sánchez Mato es un economista atípico. No roba. Está con la gente. Y no le tiene miedo a los fachas. Desde que estos benditos entraron en el Ayuntamiento con la yaya Carmena no han parado de trabajar. Y a tal efecto, desde que estos currantes han tomado las riendas no se han escuchado infamias más obscenas, mentiras más descaradas y alaridos histéricos más espeluznantes por parte de los fachas, Esperanza Aguirre a la cabeza con la Brunete mediática. Madrid se sacude sus parásitos, se recupera de sus heridas y demuestra que sí se puede. Como Carmena, Sánchez Mato tampoco es de Podemos. Así que es una actitud, compañeros. Y es posible. Por otra parte,  al diputado pepero más feroz en su petición de dimisión, un tal Almeida, lo quiero ver pidiendo perdón de rodillas dentro de unos meses cuando un juez abra el caso ¿Mágica? ¿Dunlop? ¿Revés? ¿Ojo de Halcón? ¿Cebollazo? La Guardia Civil le encuentra un nombre más chulo, fijo.