viernes, 18 de septiembre de 2015

CUANDO SE TE PONE EL CUERPO DE PATRIA. O NO.


Ayer por la noche preferí la narrativa de El Intermedio a la película de terror del Francia-España de baloncesto. Y digo "preferí" aunque no fue una decisión meditada. No estaba el cuerpo para matanzas de mamelucos bajo la canasta francesa ni para cargas de caballería debajo de la nuestra. Tampoco es tan extraño. La mayoría de las veces el patriotismo es una cuestión corporal (el cerebro no es parte del cuerpo). Una cosa corporal como las ganas de fiesta, por ejemplo. Se te pone el cuerpo de jota. Se te pone el cuerpo de eñe. Y ayer no. Ayer no hasta que llegaron los whasapps exhaustos de que el partido era un infierno y nos íbamos a la prórroga... Y entonces ocurrió ese calambrazo en el cuerpo, algo completamente distinto a la narrativa metabólica de antes, y que venía a decir algo así, con la electricidad, el malestar y la espontaneidad propia de los calambrazos en un sofá: "Ahí están los nuestros, hijo de puta, y tú los has dejado solos". Así que busqué desesperadamente nuestras banderas por los canales como con unos prismáticos en el campo de batalla... Y no las encontré. Estaban televisando esa batalla pero yo no era capaz de dar con el reportero de guerra. Sí, podía haber acudido a la radio, pero tampoco tenía el cuerpo para una locución histérica: eso que hacen los periodistas radiofónicos cuando se ponen a gritar la realidad y la realidad es un acto de fe epiléptico, como si te chuparas un Credo a toda velocidad con canastas o goles y a ti te obligaran a convertir cada frase en una polaroid de la Oratoria de Polígono... Y pasé del tema. El cuerpo había vuelto a su sitio en el sofá sin haberse movido un centímetro, y nos estaba pidiendo una comedia americana que teníamos guardada en un pendrive. Narrativa otra vez. Al ratito llegó el whasapp eufórico de la victoria, pero como desde otro planeta. Le "habíamos" ganado a Francia. Gasol era nuestro héroe... Y yo no había hecho falta. "Otra vez". Menos mal que para explicar esta sensación de traidor mindundi e impune que tengo ahora Isaac Rosa la ha descrito infinitamente mejor que yo esta mañana en su columna de eldiario.es. Mi dibujillo de Gasol es de hace un par de años.

1 comentario:

  1. No, no fue el pulpo mariscado el que me provocó anoche la vomitona y el consiguiente roe-roe del esófago. Así que la pobre Felicia no tuvo la culpa y ahora tengo mala conciencia por haberla hecho diana de mis improperios entre espasmo y espasmo, agarrado yo a la taza del váter.
    Felicia (y su hija Cuqui) tienen un pulcro restaurantito en la falda del Aramo y siempre dan buen artículo al cliente. Fue esta mañana, al leer en Público. es una reseña de la "airada" reacción del ala izquierda (marxista-leninista) del PSOE cuando comencé a atalantar el porqué de aquel acceso de nausea incoercible que me amargó la noche del viernes. Después de cenar, había visto en la tele "Missing", la película de Costa-Gavras, y para no acostarme con el mal sabor de boca que siempre me deja esta tragedia tan bien contada, le eché el último ojo del día a los periódicos digitales de la Red. Y allí estaba ÉL. Ampuloso, retorcido, vano y mentiroso como siempre, Felipe González me asqueaba por enésima con su lauda a Pinochet. Y ahora todo ha quedado claro. Y, lo único bueno del desenlace es que no me voy a privar de volver a casa de Felicia a degustar sus pulpo magistral de aquí a quince días. Pero aunque ahora no vomite, sigue con el cosquilleo de la náusea. A ver si con lo de Grecia de hoy se me quita.

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