DE LA LEGIÓN DE HONOR TAMBIÉN SE SALE...
Recuerdo de mis lecturas de Victor Hugo y Balzac la importancia importantísima de que te concedieran la Legión de Honor en Francia. Ya fueras poeta, militar, geógrafo o pintor de marinas, la más alta distinción de la Grandeur. El honorazo. De Balzac. El nobel de los galos, con pompa y canapés de los caros. Así que me ha parecido estupendo que Thomas Piketty, el corredor de Fórmula 1 de la economía para pobres, les haya dicho que por aquí se va a Nanterre, que él no acepta una gamba de un gobierno austericida. Con un par de oeufs. Vale que ya es millonario por escribir un taco de páginas explicando que la desigualdad que provoca el capitalismo es inaceptable (esos tantos por ciento peores que los virus), pero hay que ser más que rebeldón para echarse ese cubo de alquitrán encima delante de sus paisanos. Lo mismo es para que se lo piensen dos veces antes de votar de nuevo a Hollande o arriesgarse con la fascista. Y también que va a vender más libros que nunca, a lo mejor no en su país, pero sí fuera. Conociendo a los franceses nada más que en su chauvinismo y en los topicazos de su amor patrio, el problema para Piketty, el piloto de Fórmula 1 para desahuciados, va a ser que a partir de ahora no le para un taxi por las calles de París ni enseñando la pantorrilla. Todo lo más para llevarlo al Arco del Triunfo y que el grupo de linchamiento le pregunte si era por ese sitio por donde se pasaba la medallita... Y tirarlo desde todo lo alto, acto seguido. Pas par tout. Por Lafayete.
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