LA FISONOMÍA DEL PRESUNTO (FUMADO)
Un presunto fumado en portugués es un jamón cocido, pero en español puede ser desde Rosendo tendiendo la colada un martes por la tarde a Agustín Juárez, ex alcalde de Collado Villalba, a gustín en una fiesta por alguna discoteca de la sierra ese mismo martes, por la noche. Porque pinta de fiestero tiene. Fiestero pepero. Y a la fisonomía vamos. El aspecto. El parecerlo. Y no importarte. Ni a ti, ni al "comité" que te elige para que te presentes a alcalde de tal o cual pueblo con los estandartes del partido, ni a los votantes. Con esas pintas. De fiestero y de mandado. De puesto a dedo como los cubatas de garrafón, fiesteros los que más. Agustín Juárez López de Coca (sin querer abundar en esto último), con la percha de un relaciones públicas de madrugada a las doce del mediodía, y trincado por trincar en la Operación Púnica. Delenda est Cartago con estos mimbres del Guadarrama. Y el hombre acaba de dimitir porque no tiene cuerpo. No se ve animado. Que es inocente, que nadie le ha metido prisión (por presión, el lapsus linguae que cometió al anunciar la noticia en los medios), pero que dimite, que no quiere fallarle a los ciudadanos. Más. Con toda la fisonomía del presunto. Ojeras, cansancio, reconcome... Y con todos los beneficios de impotencia ciudadana e inocencia de bienpagá que tienen los presuntos y los imputados en este bendito país de mierda, pero con su cara de bajonazo, literalmente cocido (fumado) a sospechas, y con cuarenta mil euros menos en el bolsillo (con la salida tan maja que sabe darles él) por culpa de la fianza, que es el precio que fija el juez que no se fía de los inocentes de fiesta con el dinero de los demás y usando las urnas de plataformas de gogó en su alegre municipio: alguien me echó un porro en la cocacola y se me llenó la cama legislatura de empresarios violadores, mirusté. Desoladostoy. Qué hora es.
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