EL OTRO MEGATENDERO CHINO
Eres chino, por ejemplo. Un día compras un batiburrillo de saldo de alguna tienda quebrada y empiezas a darle salida por teléfono, que no tienes el local en condiciones o no te apetece dar la cara al público o le tienes alergia a los mostradores. A ese negociete de liquidaciones le pones un nombre tirando a disuasorio, como si fueras tu propio enemigo; algo así como "El Clavo", "La Cochambre", "La Comisión", "La Sisa", "El Hurto", "El Timo", "No compre aquí: vendemos muy caro", o mejor, "Alibaba". El ladrón. El jefe de ladrones. El de la cueva. Luego sacas la tienda a la calle, lo que viene siendo la Bolsa, y te encuentras con que el tenderete de encarguitos telefónicos (o por internet, en esencia es lo mismo) vale más de cien mil millones de dólares. A mí que me lo expliquen. Viendo la cabeza del chino del ejemplo que decía antes, Jack Ma, puedo entender que ahí dentro le quepan todos los números. Y más. Pero sigue habiendo cosas que no caben en la mía.
La riqueza es un dinero virtual
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