LAS CONCERTINAS UCRANIANAS
El Chivo Kunay (arriba, Yanukovich, al revés) ha puesto concertinas en toda Ucrania para que la gente no pueda saltar hacia la Unión Europea. Qué verán los ucranianos cuando se asoman hacia nuestro lado, pero, sobre todo, qué ven a sus espaldas que les da tanto miedo... ¿A los rusos entrando en el país montados ahora en tanques descapotables? Los subsaharianos nos miran a través de la verja de Melilla y ven un pollo asado (como Carpanta) y detrás lo que ven son buitres con un bocadillo de cómic sobre sus cabezas donde ellos mismos son el pollo asado. En las dos miradas hay un error de énfasis, casi como en los anuncios de perfumes. La Unión Europea no es un pollo asado que huele a Chanel nº 5. La Unión Europea no es la libertad con moño azul y una orlita de estrellas amarillas (como los pajaritos que revolotean sobre la cabeza del personaje grogui de los tebeos). La Unión Europea, amigos ucranianos, amigos subucranianos, es la deriva musical del capitalismo hacia el matadero de los derechos de los individuos. Es el fascismo bailable de las grandes corporaciones con sus políticos a cuerda y sus guiñoles institucionales, esos escenarios grandilocuentes con cientos de muñecos de chaqueta y corbata, y con la mano de una multinacional metida en el culo. La opción Ucrania sola no parece viable. La opción Subsáhara solo, parece que tampoco. Pero es de locos que queráis entrar en esta macrodiscoteca con pollos de plástico y esclavos zombies sin pensároslo dos veces. Aquí dejamos de divertirnos hace años. Eso sí, vamos un paso por delante de vosotros. Lucháis por ser europeos y nosotros nos estamos haciendo chinos. Con todo, seguid dándole estopa al Chivo Kunay: disfrutad de la transición, que va a ser lo más entretenido. Luego ya haréis una Constitución para que Durao Barroso le escriba una cláusula en la que perdáis soberanía. Luego ya vendrán los alemanes a arrancaros los olivos y a venderos el aceite de oliva en estuchitos.
Ucranianos y subsaharianos se mueven; a nosotros, muñecos de futbolín, nos dan cada hostia...
ResponderEliminarAmén.
ResponderEliminarSuscribo cada una de tus palabras, por desgracia para nosotros; éstos que vamos asumiéndolo todo cabizbajos, meditabundos, indignados e inamovibles...
Besos.