LA MADRE DE BAMBI (y 4)
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Como las estudiantes de
puericultura, los políticos practican con niños de juguete a darles besitos y a
tenerlos un segundo en brazos para sacarse la foto. Como los gigolós de
crucero, los políticos besan señoras mayores y se dejan coger del cuello por
abuelas histéricas. Como los culturistas de gimnasio, los políticos entrenan
con mancuernas durante la campaña electoral para luego poder darle la mano a
doscientas personas por minuto y transmitir la “firmeza de mancuerna” y la
“honestidad de mancuerna” a sus sorprendidos electores. Como maniquíes de
sombrerería, los políticos se prueban cascos de minero, cascos de ciclista,
gorros de pastelera, gorras de béisbol, gorritos de cirujano y peinetas de
madrina, y practican delante del espejo sus caras de ministros del infarto de
miocardio, diputadas de la Virgen del Rocío, vicepresidentes del grisú,
aforados del raspón en el codo, neurocirujanos del plan de embalses,
embajadores de la pera conferencia y concejales de fiestas de la invasión de Irak.
Como premios nobeles en su discurso al rey de Suecia los políticos ensayan
delante de sus madres muertas a decir en sueco: implementación de recursos,
mercado financiero, parado de larga duración, inmigrante delincuente, aborto
asesino, sindicato trasnochado, huelga ilegal, homosexual enfermo, voto
responsable, ajuste necesario, protesta antisistema, propaganda filoetarra,
crecimiento negativo, desaceleración positiva, cadena perpetua revisable,
seguridad ciudadana, respeto institucional y te voy a dar por saco en los cien
dialectos del lapón que han comenzado a aparecer en el diccionario
Castellano-Eufemismo, Eufemismo-Castellano: di que sí con la cabeza, mamá...
Con estos sólidos mimbres, si el
parlamento español fuera sepultado por la nube de ceniza que sorprendió a
Pompeya, la inmoralidad de muchas de las posturas de los diputados impediría
exhibirlos al público en vitrinas.
Y por lo demás, en cuanto a su
voluntad de servidores públicos, unas veces aplican la misma técnica que la
familia de los Pelayos en los casinos (hacia dónde se inclina la mayoría de las
ruletas, hacia dónde se inclina la ruleta de las mayorías), y otras,
directamente, la de los vaqueros en la estampida que han provocado ellos
mismos: se trata de pegar los tiros sobre las orejas de las bestias adecuadas y
el resto de la manada irá como sobre un papel minutado hacia el único lugar del
río donde hay esperándoles un cocodrilo a sueldo de la casa. Tiros o titulares,
que vienen a ser lo mismo. “Hay una serpiente en el zapato de la Seguridad
Social”. “Hemos visto un alacrán en el abrevadero de los sindicatos”...
Vaqueros de Marlboro con el título en ICADE y un máster de lazos al cuello por
la Universidad de Keynes, oh, yeah.
Sin ninguna concesión a la
inteligencia, a la alegría de vivir o a la empatía con la gente, sólo con la
razón de la manada enloquecida y los tiros de los vaqueros políticos zombies
representantes lecheros a los que has dotado de superpoderes con tu voto vudú, ¿a
quién le importa lo que le pase a ese pobre cervatillo en mitad de la estampida
de tiranosaurios, diplodocus y tanques de la Democracia a las siete de la
mañana?
Se parecía a la madre de Bambi,
colega.
No sé qué balaba de Democracia Real y del Quince Eme en dibujos
animados...
Sí. Se parecía a la madre de Bambi.
Pero eras tú.
Fuego pepecrático contra los bambis. ¡Puajjj!
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