EL MÁRTIR DE LAS CATACUMBIAS
Ayer se presentaba en "Salvados" Pablo Crespo, el agujero número dos de la correa Gürtel, como un mártir de la causa del PP. Se sacrificaba en aras del partido que lo dejaba a los pies de los caballos del PSOE y de los jueces que no habían podido comprar. Pablo Crespo, inocente de cualquier delito menos del no delito de financiación irregular de su partido a manos llenas, se sabía ya "fosfatina" y asumía el infierno laico que le esperaba, pero tenía mucho cuidado de acompañar el razonamiento que Jordi Évole ponía sobre la mesa, junto a su tableta, el de las evidentes correspondencias matemáticas entre los donativos al PP y las inmediatas concesiones de obra pública a las empresas "donantes", que eso sí es delito tipificado. Pablo Crespo confesaba en el tormento (esas preguntas verbalizadas con una sequedad bastante desacostumbrada en el catalán) que él sólo había sido el intermediario entre las necesidades de la administración (del PP) y la oferta de servicios que proporcionaba un entramado de empresas que, la que más y la que menos, tenía el nombre de un juguetito de Al Capone. Las gallinas que entraban por las gallinas que salían. Las mismas gallinas, sí, pero conduciendo un Jaguar, con un bolso de Gucci, con un Rolex o con un bronceado de una semana en Canarias a cargo de los recortes en la Ley de la Dependencia. Por ejemplo. Gallinas en Ppetoria. El mismo tipo que ya ha pasado tres años en el trullo era el que cosechaba y repartía sobres en Galicia, "organizando" el partido de esa manera tan especial que todo el mundo conocía, asumía y consentía, incluido Mariano Rajoy. Cuando a poner los cuernos se le llama relación extramatrimonial, el que está hablando es el adúltero al que han pillado en la cama con otra. Cuando a un chanchullo del tamaño de una catalina cósmica sobre España entera lo llaman "financiación irregular", el que está hablando es uno del PP al que han pillado en la cama con Rajoy y ahora tiene que gritar por los parques y los tribunales que no es lo que parece, si quiere que en la cárcel no le recuerden por dónde queda Murcia o, a la tremenda y por despecho, Triana. En la religión de la nueva secta fascista, los financiaseos, el organizador de eventos que le hacía el confeti a Ana Mato con un camión de biblias, el que le alquiló un altavoz al Papa, el que no quiere proferir un lamento contra los suyos (pero es la niña del exorcista contra el PSOE), el que no dará nombres (aunque alguna barba tenga que ponerse a remojar), el que no quiere para otros (que deberían estarse calladitos) lo que está sufriendo él en sus carnes de empresario modélico, Pablo Crespo, el mártir de las catacumbias.
Los hijos del padrino, Uno y Trino, no van a tirar de la manta, que para eso tienen sus despachos acolchados de alfombra persa de doble nudo. La mierda está mejor debajo, por higiene y ecología. No se mosqueen los de kioto y tengamos que pagar un impuesto por vertidos veraces. Con lo que manchan.
ResponderEliminarLa correa la tenías que haber puesto una miqueta más abajo
ResponderEliminarJuás.
ResponderEliminarHay agujeros negros que absorben hasta los jueces.
ResponderEliminarEste ya se confesó y Dios le perdonó.
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