TORNEO DE MAESTROS INTERINOS DE LONDRES
Los recortes en la enseñanza han llegado al Torneo de Maestros de Londres, cómo no. Por lo pronto, David Ferrer juega con el hándicap psicológico de que va sin paga de navidad y con más horas lectivas en pista que los ingleses o los norteamericanos. Entre las muchas novedades de la reforma, las boleas no se cobran, pero cada bola fuera tiene una penalización de cincuenta euros en la nómina. Las subidas a la red tienen que venir firmadas previamente por el padre del tenista o, en su defecto, un tutor nombrado por el banco, los saques son también considerados actividad extraescolar y cada maestro avisará de la trayectoria, velocidad y aprovechamiento momentos antes de realizarlo, todos los globos correrán de cuenta del maestro, así como el plátano del recreo, el agua y el servicio de lavandería de las toallas, el ojo de halcón será sustituido por el picotazo de una gallina (en la raya, dentro; fuera de la raya, la gallina para el maestro por la escuela privada) y los reveses a dos manos irán concertados con un cura cojo mayor de sesenta años, que ya pondrá la organización por ahí cerca. En el caso de un partido de dobles, el maestro de música y el de gimnasia siempre jugarán juntos y atados mutuamente por los tobillos, como una sola asignatura. No se permitirán dejadas, a no ser que el maestro quiera perder su pensión. Los maestros interinos jugarán bajo techo, los maestros con plaza propia torearán bajo su propia responsabilidad, y únicamente los maestros de matemáticas podrán dar mates. Puede reclamarse al árbitro siempre que se quiera, aunque su aspecto de antidisturbios recomiende lo contrario. Eso sí, bolas nuevas no hay.
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