REDACCIÓN: BELÉN ESTEBAN
Belén Esteban es muy bonita y está en todas partes como Dios, pero porque los cirujanos le dieron una patada a la bolsa con los restos de su última operación en la cara. Verbigracia con las ojeras que tenía antes de tener las ojeras que tiene ahora han hecho un castillo hinchable del terror en Rumanía (que es hacia donde miran los rumanos cuando te limpian el cristal del coche en los semáforos) y con la papada que le sobraba antes de seguir sobrándole papada de sobra en San Blas han hecho fundas de moto para toda la policía municipal y todos tan contentos aunque la sirena de las motos haya dejado de sonar como una sirena normal de la policía y parezca la berrea del ciervo en un patio interior. A mí me gusta mucho Belén Esteban, aunque no me gusta mucho como es ni como habla. Dice mi padre que Belén Esteban es famosa porque no puede ser otra cosa y a lo mejor es verdad porque no tiene nada suyo (aparte la cara o las domingas, que sí que se las habrá comprado) y todo se lo debe a la gente y ni siquiera es princesa de por sí, que es princesa del pueblo, señorita, como la Eva Perón de los yonquis pero en chungo o como un juanete de Lady Di después del accidente. Pero en lo que a mi padre se lo llevan las meninges insumisas es que gane tanto dinero por enseñar el currículum de su vagina (que debe de ser una carrera universitaria campo a través) y enseñar a su hija brasileña (porque es de Janeiro) como si hubiera parido una caja registradora del Carrefour, que también come pollos y dice pinpín por todo vocabulario. Otra cosa que me gusta mucho de Belén Esteban es lo natural que es pareciendo que la ha poseído una mariscada en mal estado (por Gandía, Benidorm o Matalascañas, o cualquier otro sitio de secano con playa) o mismamente pareciendo ella en sí el ataque epiléptico de una monja pidiendo más dineros y más fotos en una película porno, igual de natural y sencilla. Y esto lo pongo porque mi padre insiste, señorita: que con dos o tres Belenes Estébanes más en España, nos bajaba la media del cociente intelectual a todos los españoles que iba a ser una vergüenza abrir un libro delante de nadie. Es con una princesa del pueblo y ya nadie pide las cosas por favor, cuanti más con dos o tres y con lo contagiosas que deben de ser en piara. Eso sí, dice mi padre que Belén Esteban es el mejor ejemplo de todas las contradicciones de este país y más ahora, que hay que salir de la crisis por la reducción al absurdo, al ridículo o similares. Que nunca ha visto una pija más cutre, una burra más pájara, ni una tonta más lista, y que a ver si voy yo misma espabilando en el recreo y acortándome la falda por los sobacos por si pasa un torero borderline, me hace una capilla en las bóvedas del paro, y salimos todos para adelante con más cheques que botellines en las manos y chillando por chillar como si a Dios se le estuviera quemando la barba, señorita.
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