
Lo lejos que queda Nueva Orleans y lo cerquita que la ha traído David Simon... Ayer, irremediable último capítulo de la segunda temporada, y mira que los hemos dosificado... No habrá spoiler, tranquilos (con todo, las series de Simon aguantan mejor que otras las revelaciones indiscretas, incluso las del pijotonto de Bargas Yosa). A lo que iba: un final casi como el de Pavese antes de suicidarse en el hotel romano, con un "BASTA" en su diario, y luego el tiro... Capítulo once de Treme con una Lucinda Williams apenas entrevista hacía unos minutos en un escenario (y peor dibujada arriba) y después de un blues pintado en el aire por las calles y las gentes de Nueva Orleans, ya de noche, en la cabina de la emisora, cansado, jodido, Davis McAlary (Steve Zahn), el entregado pinchadiscos y desastroso productor discográfico carraspea un poco delante del micrófono y dice con un hilo de voz: "Perdonadme el vacío... Pero esa canción me ha llegado... Al diablo..." Y corta la emisión. Zaca. Caben versiones de sus últimas palabras, como las de Cambronne cuando le pidieron a la Guardia Imperial de Napoleón que se rindiera... "A la mierda", "Al infierno", "Al carajo"...
En la primavera del año que viene, la tercera temporada. Salud, señor Simon.
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