domingo, 10 de octubre de 2010

MI BARRIO (y 50)

En mi barrio a las ruinas el ayuntamiento les echa laca para que no se caigan. ¿Que ven a una yonqui? Laca de metadona. ¿Que ven a una vieja en su corrala? Laca de rehabilitación. ¿Que ven a un parado? Laca de verbena. ¿Que ven lo que queda de las Escuelas Pías? Laca Sunsilk. Las Escuelas Pías son la Barbie del escombro, con sus injertos de cristal y un bypass de biblioteca muy de quirófano de clínica para cacatúas fascistas. A un turista en mi barrio le podría parecer que a las Escuelas Pías las bombardearon con un martillo gordo y desde muy cerca, pero lo que les pasó un día después del golpe de estado de Franco es que los anarquistas le metieron fuego al edificio. A lo mejor fue porque la Falange puso una ametralladora en la pizarra de la azotea y hubo didáctica de balas hacia la calle Embajadores y Mesón de Paredes, con resultado de un peatón alumno suspenso y otros cinco con muy malas notas en el cuerpo. Por eso las mechas de los anarquistas y ahora la laca del ayuntamiento. El que sigue sin entrar a clase es Agustín Lara, el mejicano, echándose en bronce un cigarrito en la puerta. Igual que los ecuatorianos ahora, que también se fuman al ayuntamiento y a las emperatrices de mi barrio les ponen nombres de sustos en el Amazonas pero las lavan con agua bendita de nuestro Manzanares de mierda. Cualquier día vuelven a poner los falangistas otra ametralladora en esa ruina de peluquería y se lía otra vez la de Dios es Bakunin en mi barrio. Y para que no falte de nada, un cable teleférico desde San Lorenzo a las Escuelas Pías con un botafumeiro de marihuana y un turista muerto sacándonos fotos.

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