jueves, 3 de junio de 2010

MI BARRIO (34)

En mi barrio los locales evolucionan para sobrevivir o matarse entre ellos como los bichos. La selección natural a lo tremendo. Una célula de mercería que se transforma en un germen de locutorio que se convierte en un bicho cometabiques y ya se ha cargado la frutería del vecino por la vía de fagocitarla y mutar luego en un tigrazo con moscas y es un restaurante bangli al que se le enfrenta en el sendero un perraco rabioso tetería marroquí que en otra vida venía de ser pachón Bar Manolo. La gente dice que hay un millón de enanos cabrones trabajando por las noches para que tú al día siguiente vayas a comprar un dedal y tengas que comerte un kebab, quieras o no quieras, y el dedal una papaya. Digo yo que si fuera un millón de enanos cabrones, lo sabríamos en mi barrio, pero no es cuestión de fiarse, que si caben veinte pivots senegaleses en un piso de treinta metros y casi en secreto, vete tú a saber cuántos enanos cabrones tenemos infiltrados ya a estas alturas. Qué gracia, "alturas". Eso sí, que se sepa, fotos de un enano mutando un Banesto en una carnicería halal mirando para la Meca, no hay todavía. Bastante mala fama tenemos ya como para que.

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