Mi barrio no es nada, como la poca fiebre que luego explota, o las flores, que también tienen colores pero no insisten en sus colores a lo mejor porque no se los ven desde fuera. Mi barrio sí insiste en sus colores como un bicho malo. Desde fuera mi barrio huele a mentiras como los niños y está bien. Los lunes por la mañana mi barrio huele a pocos trabajadores, a matemáticas, a sol nuevo pidiendo cuentas, y unas veces se las damos porque también hay gente que empieza a peinarse, pero casi nunca. También huele a amoníaco limpio pero es de los chillidos de los vencejos.
Mi barrio no es nada, como la poca fiebre que luego explota, o las flores, que también tienen colores pero no insisten en sus colores a lo mejor porque no se los ven desde fuera. Mi barrio sí insiste en sus colores como un bicho malo. Desde fuera mi barrio huele a mentiras como los niños y está bien. Los lunes por la mañana mi barrio huele a pocos trabajadores, a matemáticas, a sol nuevo pidiendo cuentas, y unas veces se las damos porque también hay gente que empieza a peinarse, pero casi nunca. También huele a amoníaco limpio pero es de los chillidos de los vencejos. 
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