EL FLAMENCO, EL BLUES Y ANDALUCÍA
Las cosas del blues, como las del flamenco, siempre tienen a un tipo dolorido y triste por lo bien que se lo ha pasado. Cuando el que canta no habla de sí mismo o es una saeta (vírgenes y crucificados) o es algo sobre una puta, un asesino, un muerto o un alcaide malvado. No sé qué habría sido del blues si los negros hubieran probado el jamón a tiempo… O el fino… La Semana Santa no. Negros y nazarenos siempre se han juntado en Mississipi y por esos bajos de la América KKK.
Al flamenco alegre se le llama rumba o bulería (las alegrías en flamenco son bien tristes). Al blues alegre todavía lo están buscando.
“Si tus ojitos fueran aceitunitas verdes, toda la noche estaría muele que muele, muele que muele, muele que muele”. Tela. Te doy una patada en las gafas y te opero de cataratas. Porque te quiero, japuta.
Precioso mundo el de las metáforas. En gran parte de Andalucía “entrañas” empieza por “s”.
Tres partes del cuerpo humano que empiezen por “Z”: La zuña, la zoreja y lo zojo.
Hay andaluces profesionales como hay fontaneros profesionales o informáticos profesionales. Por una cuestión de nacimiento es bastante patético echarle horas y no bajar la guardia ni un momento. Los andaluces aficionados como yo podemos decir que somos de Málaga con acento vasco, cagondiós, sin inmutarnos. A un andaluz profesional la bromita le cuesta un confesionario.
Un tío mío ya fallecido (qepd) contando sus experiencias en el servicio militar: “Cuando yo bajé de Despeñaperros para España…”.
Mística del botijo: “Oh, infelice de mí, qué crimen cometí, que cada vez que se me nombra me ponéis a la sombra…”.
Parque eólico en Tarifa. Parque de botijos en Málaga: la lucha contra el calentamiento global ha empezado.
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