LAS EXTRAÑAS AVENTURAS DEL TURBIO NIÑO MATOMUERO (1)
SOMOS HOMBRES fabulosos.
Comemos quicos llorando
Y el aliento nos huele a recreo.
Somos mujeres tremendas.
Saltamos a la comba el arco iris
Y nos reímos tristísimas.
Hemos lamido el gran helado de chocolate
Y era la muerte.
Qué ha sido del futuro.
Por dónde se está retorciendo de dolor
La felicidad.
Comemos quicos llorando
Y el aliento nos huele a recreo.
Somos mujeres tremendas.
Saltamos a la comba el arco iris
Y nos reímos tristísimas.
Hemos lamido el gran helado de chocolate
Y era la muerte.
Qué ha sido del futuro.
Por dónde se está retorciendo de dolor
La felicidad.
También hemos estado enamorados
Y había calzoncillos y sujetadores,
Alcanzados cigarros.
También hemos estado bebidos
Y nuestras cabezas eran los golletes
Por donde se emborrachaba Dios.
Los grandes noes sublimes
También hemos sido.
Y el magnífico pavor de algún sí.
Los estupefactos erguidos ovillados.
Lo que hay en los ojos de un perro que no sabe morirse
Y se está muriendo.
La alegría pánica del camión que viene
Hemos sido.
Hoy hombres fabulosos, mujeres tremendas.
Silenciosas migraciones de la Nada al grifo,
Del grifo al reloj exterior, la casa, una deuda rosa o negra.
Los números pájaros de un banquero y el piar de un envoltorio
Con el aliento que huele a recreo.
Entonces, vas a abrazar y das un perro muerto.
El reputado placer de ser acariciado.
El regalo propio de acariciar.
Esos titulares en las manos.
Para qué.
Miraros, recorreros bien con la vista más lenta.
Miraros.
Con la espaciosa calma de los cadáveres,
Miraros.
No esperar nada de vosotros.
No esperar nada de la vida.
Esa impertinencia,
La vida.
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