Ayer vi las imágenes. Diputados electos del PP que parecían delincuentes en Mérida escondiéndose de las cámaras y huyendo de los micrófonos. Habían votado a favor de que la ultraderecha de Vox entrara en la Junta de Extremadura. La de arriba es la que pareció en un principio que iba a ponerles coto a los fachas, María Guardiola. Ahora está con ellos encantada y se ha comido su discurso "digno" de no dejar que los fascistas le impongan nada. Es que la llamaron "al orden" desde Madrid y la señora reaccionó como se debe, que son reaccionarios un montón ellos por sí solos. Acató, agachó la testuz y masticó estiércol, esto es, sus palabras en papilla como digo. Con lo fácil que era dimitir, ¿verdad, señora? Parece que no, que dimitiendo no entran dineros en la cuenta corriente, así que ahí la veremos ostentando su sonrisa en la Junta y sus brillos de bosta en las comisuras junto a los trogloditas. Qué espectáculo. Por eso me cuesta cada vez más poner el Intermedio. Por ahorrarme estas mierdas. Pero en fin, aquí seguimos aún. Con tal de no dejarles el país para ellos solos, pintando obscenidades como el ser decadente de arriba. Ni repasarlo quiero.