DIARIO DEL CORONAVIRUS EN ALGÚN LUGAR DE LAVAPIÉS (58º DÍA DE CUARENTENA)
Hoy he empleado conchas finas en un guión que ya he mandado por correo electrónico. De casualidad las tenía pintadas de hace tiempo y ahí están, arriba. Creo que ha sido mi único contacto real con el exterior desde que vi a Don Claudio Moyano orinando hacia la Glorieta de Carlos V... Las conchas finas, con su poquito de limón y pimienta... Eso fue lo que me dijeron, al menos... Las probé una vez... Y no valgo para malagueño puro. Me costó un esfuerzo patriótico comérmela entera. Estéticamente, sí, malagueño, malagueño... Pero lo que es practicar a fondo con cosas cruditas en la boca tal que la muy típica y característica Concha Fina, como que no... Los boquerones en vinagre y poco más, a lo mejor una banderilla de Barbate de atún y queso en aceite... Crudo gaditano, en todo caso... Te dan el teórico de malagueño cuando naces, pero las prácticas de la autoescuela las suspendes tú por tu cuenta, incluso las cosas africanas de Picasso o sus gallumbos...
Qué capacidad de camuflaje tienen los domingos cuando pasan por tu espalda como quien le echa un vistazo discreto a lo que estás dibujando o escribiendo. Juraría que ha sido un viernes el que ha pasado. ¿No ha sido un sábado? Ha sido un domingo de primavera disfrazado de tarde de lunes triste de otoño, Ha visto lo que estás haciendo y se ha puesto más triste todavía. ¿Un diario? ¿Un diario de qué? ¿De lo que no vives? Menudo trampantojo de matojo entre matojos en un paisaje de matojos de fondo.
Y que no para de salir el coronavirus en todas partes, oye...
Avisadnos cuando vayamos a pasar de fase.
A estas alturas ya no tengo diez amigos con los que juntarme en ninguna parte y habrá que hacerlos nuevos.
A estas bajuras, creo que antes tampoco los tenía y que ya lo había contado.
Ahora está todo el mundo contando, pero numéricamente. Las empresas, los comités, los enterradores, los expertos, los de la parrilla de salida a la Fase 1 de mañana, que cuentan los segundos...
La única relación poética entre contar de una manera y otra manera es la que se dice de los pianistas, que son los únicos que pueden contar algo interesante con los dedos.
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