viernes, 24 de abril de 2020

DIARIO DEL CORONAVIRUS EN ALGÚN LUGAR DE LAVAPIÉS (42º DÍA DE CUARENTENA)


Espantar palomas de un zapatazo en la acera. Espantar políticos de un zapatazo en la acera. Fondo descartable de cubata, cubitos de hielo al alcorque, riego por goteo frío de una acacia.  Pelota a seguir que acaba en los bajos de un coche aparcado. Revuelo de gorriones. Imágenes que te vienen como de un cuento. No hace tanto tiempo que te quedabas en la calle esperando. No hace tanto tiempo que te subías de la calle desesperado. ¿Cuál es la distancia mínima de seguridad entre dos personas si ninguna de ellas conoce exactamente la carga viral de la otra? ¿La misma que te provocaba la angustia existencial en la adolescencia? ¿La misma con la que te untabas con muchedumbres por conseguir un vaso de plástico de cerveza? Para los astrónomos cualquier pedrusco estelar a más de un millón de años luz está siempre demasiado cerca. No tenemos todavía el cazamariposas gigante de los Autos Locos (dibujos animados). Tampoco tenemos todavía el cazamariposas microscópico para el coronavirus. Un astrónomo con alzas en los zapatos tendrá ventaja sobre otro astrónomo más bajito. Necesitamos epidemiólogos más pequeños.

Aplaudir no ocupa lugar. Nunca se acaba de aplaudir. Hasta de un aplauso malo se puede aprender algo. No hay aplauso que dure cien años ni cuerpo que lo resista. Hasta el mejor aplauso hace un descosido. Un aplauso estropeado da dos palmadas correctas al día. Algún día, hijo mío, todo este aplauso será tuyo...

Mil contagios al día le parece una buena cifra al gobierno para que tú puedas volver a la calle sin que la policía te espose las manos tirado boca abajo en el suelo. Lo piensas fumando tranquilamente en tu despacho y casi te parece bien una mejilla contra la acera ahora mismo.

En alguna parte de esta historia estamos haciendo algo espantosamente mal, pero se va a saber muy tarde, cuando ya no tenga remedio, cuando nuestra condición de supervivientes tal vez no sea motivo de ningún alivio, ningún orgullo. Espero que este pensamiento sea por la falta de riego. La cerveza y la muchedumbre que decía antes.

Salidas de pata de banco. Frivolizar en el patíbulo. Boquerones fritos.

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