DIARIO DEL CORONAVIRUS EN ALGÚN LUGAR DE LAVAPIÉS (12º DÍA DE CUARENTENA)
Demasiado teletrabajo. El teletrabajo telemata. Como la novia de Telémaco, el primer hijo a distancia de Ulises. Una odisea para cumplir con todos los encargos. Benditos mineros que no pueden telebarrenar... Encima, yo trabajo en la tele. Pillado por todas partes. No tengo ninguna vía de escape. Ni montándome en una subordinada larga.
Estoy escribiendo piezas como para celebrar una Semana Santa oral, pero sólo para salir del "paso".
Parece ser que uno de los primeros síntomas de haber contraído el bicho es la pérdida de olfato. Visto lo de arriba, me temo lo peor. Estoy perdiendo el olfato para los juegos de palabras.
Ninguna sensación patriótica por haber superado a China en el número de muertos. Los chinos han jugado con ventaja. No tienen tantos abuelos como nosotros. Por cómo se está gestionando el asunto de las residencias de mayores, ni que estuviéramos intentando nivelar la diferencia por las bravas.
No quiero relacionar el cambio a gestión privada de esas residencias que forzó el Partido Popular en el pasado. O sí lo hago... Demasiados muertos atribuidos a una organización política como para seguir llamándola así...
Esta mañana me levanté con la voz un poco tomada y un ligero dolor de garganta, pero no tenía tiempo para preocuparme, que estaba más pendiente de Telémaco y esas cosas de no poder huir escapándome a lomos de una subordinada... A esta hora de la tarde apenas nada, después de la siesta. La voz mucho mejor y el dolor remitido. Así que me pregunto: ¿He podido pasar el coronavirus escribiendo chistes de Poncio Pilatos durante nueve horas? Ojalá sea así, pero no es currículum.
Me lío un cigarrito sarcástico y salgo al balcón a aplaudir.
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