LA SANTA MIERDA DE ALGUNOS
Matar es fácil. Y diez veces más fácil si piensas, cuando piensas, que lo haces por algún motivo importante: tu madre te pegaba de pequeño, amanece demasiado pronto, nadie me adora como es debido o Alá es grande. Mi vida es una mierda y voy a hacer que la vuestra lo sea también. Por empatía. El Complejo de Inferioridad (Adler) ha suscitado el mismo número de genios que de tarados, y, al igual que un tonto acorralado es una alimaña con súper poderes, un tarado rencoroso no debería tener acceso a objetos punzantes. Ni siquiera un bolígrafo. Ni siquiera un carnet de conducir. Pero para eso están los malos con tarima, para darles cuchillos, dejarles pasar a los campos de fútbol, hacerles la ficha en las Nuevas Juventudes del Islam Cabreado. Así que no hay excusas. Ni justificaciones. Ni reivindicaciones. Matar es fácil. Facilísimo si eres un mierda. Un mierda solitario o un mierda en una mierda de peña. Yihadismos, nacionalismos, padres en un partido de fútbol infantil o las cruzadas de los cristianos. Por más que llames santa a tu mierda y nos la restriegues debajo del Big Ben. Descansen en paz los muertos y que arda en el infierno de la nada el puto tarado.
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