UN SABIO ANDALUSÍ
El gran Almutamid de Córdoba dejó una buena cantidad de proverbios durante el califato de Abderramán III. Los estudiosos de la filosofía de la época han omitido sus escritos en el ranking de los señeros por su cercanía a los libros de autoayuda (de derecha a izquierda) y la complejidad de su ontología de andar por casa, pero yo he pasado noches muy buenas cantando esos proverbios en karaoke. Aquí tenéis una primera entrega.
Miraremos pasmados el vuelo
del gorrión sobre nuestras cabezas, pero el guerrero sabio no abrirá mucho la
boca.
Desconfía del contento
de tu mujer. En la batalla, todo lo que venga silbando es malo.
Es dulce el tesoro de los amigos, pero también es dulce el
tuyo. Cambiad las cerraduras de vez en cuando.
Sueña la gacela con pestañas más largas. El león, con
gacelas de piernas más cortas.
Bebe de las fuentes de la sabiduría y de la tradición, pero
déjate de tonterías en el desierto.
A los ojos de la mujer buena, el marido es incomparable,
pero éste le regalará una yegua.
El ratoncillo de campo se
maravillará de la flor silvestre, pero el halcón tiene una visión más general.
Admirarás las virtudes de tu esposa, pero no te probarás su
ropa.
Respetarás las arrugas de
los ancianos e imitarás sus costumbres, pero en el combate te moverás algo más
rápido.
Honra a tus suegros, pero engrasa el puente levadizo.
El rayo fulmina por igual
a guerreros y a árboles, pero tu mujer se reirá más en tu caso.
Si arrojas una gallina desde la almena, planeará. Si arrojas
una bolsa de oro, planeará tu mujer.
Oirás con valentía el tambor del enemigo en la distancia. Si
oyes más tambores, ya puedes hacer lo que creas más conveniente...
La mansedumbre es virtud divina, pero no llores cuando
pregunten por el señor del castillo y salga tu mujer.
Caballo comprado en mayo, verano de relinchos, pero la
trucha no tendrá nunca una sartén en su casa.
Si mandas a tus siervos a
plantar arroz, al año siguiente te preguntarán por el pollo. Mándalos a plantar
pollos y te mirarán raro.
No castrarás a todos los varones de tu castillo para
preservar la virtud de tu esposa, pero pensarás en lo mucho que mejorará el
coro de la iglesia.
Si tu mujer quemó vuestro cuadro de nupcias, tú no pondrás
los camafeos de ella y de tus hijos entre las orejas de tu caballo.
Una mala cosecha de patatas no traerá más piernas de cordero
a la fuente.
Consulta a los magos antes de la batalla, pero, sobre todo,
cuenta a tus hombres.
Alá, en su sabiduría, hizo el barrizal y los carros. El
hombre, en su sabiduría, los junta.
Darás uvas cuando te pidan vino y darás consejos financieros
cuando te pidan dinero, pero ese día correrás más que otros.
Serás hospitalario con el viajero cansado, pero te rascarás
la barbilla cuando se dirija al dormitorio de tu mujer.
Alá es grande y cuidará del buen creyente y de sus bienes. Con todo, ata tu camello.
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ResponderEliminar"No permita el sultán que, en día de comicios, imanes tendenciosos obliguen a los ancianos acogidos al maristán a depositar el sufragio que ellos les dicten".