domingo, 12 de julio de 2015

UN REGALO CONTRA EL CALOR


Hace ya mil años en que me desperté una mañana de invierno y en el patio de mi casa había sucedido el Hielo en el lebrillo de latón. Desde entonces todas las aguas sólidas que he ido conociendo apenas han sido un trampantojo vulgar de aquel milagro. Bajo cero, realmente, solo estuvieron esa mañana el Frío y el Niño para no repetirse ya nunca en el mundo. Sin embargo, si los convoco a los dos en mi cabeza la sensación de frescor es inmediata. No sé si llamarlo un súper poder, pero seguro que es algo parecido.

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