UNA SHARIA CONTRA RATO
La incapacidad de nuestras instituciones, el deterioro de los mecanismos de control frente a los macroladrones de guante blanco, y el regreso, en suma, a tiempos más oscuros en la ley de los hombres, quedó todo ello simbolizado ayer en el gesto del diputado de CUP, David Fernández, amenazando a Rato con una sandalia. Cómo se ha ido todo al carajo para que lo más parecido a la justicia en este país sea una cucamona de harem árabe y una retahíla de insultos con invocaciones al infierno en una jaima concurrida mientras el otro ponía cara de póker y de ful Estambul. "¿De quién voy a tener miedo? ¿De usted?". Le enseñaba el diputado su sandalia ibicenca como si le mostrara el código penal de Saladino y la enarbolaba como el abanderado electo del desprecio de cientos de miles de ciudadanos ante la gestión de Rodrigo Rato en Bankia, y cuero por cuero, el desprecio a su propia persona. "Un gánster". Por Alá. Una sandalia con clavos tampoco le habría hecho confesar su participación en la estafa de las preferentes, el pelotazo criminal de la salida de Bankia a bolsa, el expolio mafioso a los miles de desahuciados y el robo de 20.000 millones de euros en concepto de rescate sin devolución para los miembros de la secta de la osa verde. Ni aunque se la hubiera tirado a la cara, como pedía a gritos la situación. Era la triste puesta en escena de un estado exangüe, impotente, ante un ladrón que se sabía inmune y que saldrá impune. Sin embargo, pese al auto sacramental naif y su deriva en odio sarraceno, tuve la sensación, por primera vez en mucho tiempo, de que había un "representante" del pueblo, si a eso nos referimos cuando votamos a los políticos. Un representante y un portavoz. Lo que le dijo al sinvergüenza se lo dijo por boca de todos nosotros. Con la misma rabia frustrante con que a Rodrigo Rato ya se le ha condenado y ajusticiado en bares y plazas. Con el mismo fracaso por anticipado. Porque no le van a cortar las manos por ladrón en ninguna Meca de la Audiencia Nacional. Porque no lo van a despedazar cuatro caballos tirando al unísono de sus miembros (Génova, Moncloa, Ferraz, Zarzuela). Pero no habría estado mal una sharia contra él por sus pecados contra la ley santa. Una sharia escrita en la suela de la sandalia lisérgica de las noches de Pachá y que lo castigue por haber hecho de la Democracia una caricatura y por haber escrito esas páginas infames intituladas "Versos Liberales" y que tanto daño han hecho a la privatización y expolio de todo lo público en el Reino de España. Que todo hombre de Dios que se lo cruce esté obligado, por su fe en la decencia, la honradez y la solidaridad, a escupirle al menos una vez en la cara (aunque se lo afee un guardaespaldas), vengando así la afrenta que nos ha infligido a todos los españoles la alimaña de poltrona agusanada y mostrador de carnicería con ofertas bancarias puercas conocida como Rodrigo Rato, el como mínimo impuro.
Ni con escupitajos, gargajos y demás miasmas nos purgaríamos de él y su ralea.
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