viernes, 13 de enero de 2012

CUANDO LA GENTE TE DA LA ESPALDA
























Con la de cositas que tengo que hacer y yo aquí pintando monas y jugando a la ironía... Por otra parte, los perros se saludan dándose la espalda. Vale que primero se huelen el aliento, pero lo segundo es mirarse y olerse lo otro. Gente cabal y sin tapujos, los perros. Ayer apareció uno que se había perdido. Bueno, que se lo habían llevado. Tobi. Un chuchillo tamaño tostadora, faltón con los letreros que le prohíben entrar en los bares. Se lo habían llevado unos bandarras que paraban por Las Salesas (me niego a aceptar que fueran Okupas de verdad). Le habían teñido el pelo para que no pudieran reconocerlo, los cabrones. También le hicieron un par de tatuajes en las ingles. Nada más volver a casa, se echó a dormir, reventado. Pobrecico. Una experiencia. Puro Dickens. Le sacaremos partido. Ahora que el Tobi ha aprendido a pedir limosna (seguro), nos vamos a forrar con él. Entre pitos y flautas.

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