HAY ARTE PARA TODO
He visto a gente encabronarse con gracia, cagarla con estilo, escaquearse con un don casi sobrehumano. He conocido tipos perfectamente miserables pero con una apariencia anímica exquisita. Mujeres que parecían tener el palacio de Blancanieves entre las piernas y sólo era una vagina. Hombres que fusilaban gobiernos enteros y resbalaban luego en la acera sólo con que un moro les pidiera un cigarrillo. Hasta para beber fiado en los bares hay que tener talento y maneras: a la hora del cierre el camarero ha de quedarse con las ganas, la tremenda ilusión de que te tomes la penúltima, hombre. Y es que no. Por principios.
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