EL LÁPIZ ÓPTICO
Cuando venga el Gran Kabum, algún superviviente cogerá una madera quemada y volverá a dibujar al carboncillo en las paredes, en las piedras, en la chapa calcinada de una incubadora. No será un dibujo demasiado optimista. No se verán jugosos bisontes a punto de ser cazados, ni estilizadas señoras sin sujetador. El superviviente tal vez se acuerde del tremendo salto del lápiz staedtler B-1 al lapicito óptico de plástico. Pero mientras llega el Gran Kabum, uno puede ser feliz de madrugada dibujando palabras, escribiendo dibujos. Tal cual. La felicidad son los chapoteos digitales de colores vivos. El que está sentado es el feliz.
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