viernes, 31 de agosto de 2012

MORAGAS, NADA POR AQUÍ, NADA POR ALLÁ

Cuando quiera un político "cercano" me bajo el póster de Carlomagno al bar y lo invito a unas cañas. Cuando quiera un político "en moto", vuelvo a ver a Groucho Marx en Freedonia. Cuando quiera un político "simpático", pongo el discurso de Churchill a los ingleses el día en que la Luftwaffe empezó a darle sombra a los rosales de Bristol... Porque cuando me vayan a gasear con Zyclon-B después de haberme robado todo, probablemente esté Jorge Moragas sonriéndome a la entrada de las duchas para "despiojar indignados". El único muñeco violinista de la orquesta del Titanic, todavía en activo. El sonrisitas de cartón. El hueco. El jefe de gabinete de Rajoy, el otro hueco. El que se fue con él a Polonia a ver el partido de la Roja mientras se subastaba España. El juguetillo a cuerda que soltaba en su día Aznar para que no nos fijáramos en su uniforme nazi. El Milikito del capitalismo salvaje, con Thais Villas de cencerro en El Intermedio. Mil veces más honestos el inquisidor Pujalte o la bruja Salmones que Jorge Moragas, la tía buena del mago malo. La que te lleva al escenario a que te partan por la mitad. Sonriendo.

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