lunes, 13 de abril de 2020

DIARIO DEL CORONAVIRUS EN ALGÚN LUGAR DE LAVAPIÉS (31º DÍA DE CUARENTENA)


Bien. Vuelve a bajar de seiscientos el número de muertos. Ellos no saben lo que hacen, claro, si bajan, si suben, si apoyan a uno o joden al otro... Hacen cosas incluso no haciendo nada (como los confinados que estamos salvando vidas quedándonos quietos)... También hacen las cosas como los locos o como las piedras, inconscientemente. Son. Están. Caen los muertos y ni saben si caen o si suben. Te descalabran a ti o a una estadística. Pero bajan "felizmente" en un día como el de hoy, que está todo el mundo con los nervios de punta por la vuelta al trabajo de los currantes "no esenciales" (que ya es insultar) de la industria y de la construcción... Algunos millones de seres humanos aterrados saliendo a la calle por obligación y por necesidad, a partes iguales... Por eso ha habido profusas instrucciones de protección por parte del Estado para que no arriesguen más que lo necesario, como decía, ni menos que lo obligatorio. Ahí se ha comportado Papa Estado como una madre en la puerta ante el primer día de trabajo de su hijo, el alelado. No te acerques a nadie y no toques nada... que lo rompes. Van a ser los que vuelvan a poner en marcha la maquinaria económica del país y ya pueden imaginarse la rueda dentada más gigantesca que quieran que allí debajo estarán ellos, diminutos, empujando aterrorizados... Para que la sensación de vulnerabilidad no los anule, el gobierno ha repartido millones de mascarillas entre ellos esta mañana, con lo cual, aunque esta noche no sepamos todavía cuál es el balance de infectados nuevos después del final del "confinamiento estricto", lo que sí van a subir una cosa mala serán los atracos a bancos y farmacias con tanta mascarilla regalada. Como decía el borracho mejicano (creo) de Youtube: "¡Si saben cómo me pongo, pa' que m' invitan!"

Leí un titular esta mañana. Sólo el titular, que el resto de la pieza no me iba a interesar en absoluto después de entender que en sus letras gordas se decía algo así como que había que tener mucho cuidado con el humor en estos días tan difíciles y que el peligro era caer en la frivolidad... Si me acordara del titular exacto habría puesto el titular exacto, siempre más corto que su glosa. La frivolidad, qué palabra...

Insisto. Pa' que m' invitan...

Entra un caballo en un bar. El camarero lo ve y exclama: ¡Otro con la cara larga!

Lo que me interesa del chiste de arriba es el bar, por supuesto.

Parece que en un primer momento de apertura de bares podríamos desplegarnos en las terrazas a cierta distancia unos de otros, nunca en sus adentros por riesgo de aquaplaning de virus en la atmósfera saturada por los parroquianos... De acuerdo, pero aviso desde ya que va a haber bares diminutos con terrazas largas como el Ebro y camareros con walkie-talkie.

Si una mascarilla de las buenas no deja pasar la cerveza, que se la den a otro que la aproveche mejor que yo. Cualquier currante de los que ha salido esta mañana me presta la suya y seguro que filtra estupendamente. El gobierno sabe lo que se hace.

...Si saben cómo me pongo.

Hoy con el aplauso me voy a fijar en el cachito de terraza del bar Revuelta que se ve desde el balcón. Luego hago una regla de tres simple y calculo hasta donde llegaría nuestro Ebro con espuma de cerveza y mascarillas flotando.