viernes, 10 de abril de 2020

DIARIO DEL CORONAVIRUS EN ALGÚN LUGAR DELAVAPIÉS (28º DÍA DE CUARENTENA)


Ayer vimos la película "Contagio", la de Soderbergh. Fue en la cena, pero como quien se lleva uvas de merienda a la vendimia. Cuando supimos que el foco de la pandemia estaba en Hong Kong y no en Wuhan, nos desentendimos bastante de la trama. Demasiados kilómetros entre Hong Kong, Wuhan  y Lavapiés como para que pudiera afectarnos... Sólo me quedé con algunas frases sueltas del periodista rata que interpreta Jude Law. Más o menos eran así: 

"Hoy la vacuna ha entrado en fase experimental. Mal día para ser un mono Rhesus".

"El gobierno acelerará las pruebas. Esa vacuna quizá cause narcolepsia, autismo o cáncer dentro de diez años. Empezarán a salir efectos secundarios como los títulos de crédito de una película...

Otras cosas buenas que tiene la peli (spoilers) es que Gwyneth Paltrow muere pronto y que los canadienses no les prestan fundas de cadáveres a los gringos hasta ver qué pasa... Creo que el título en español la hace demasiado explícita, "Contagio", y que su título en inglés es mucho mejor, porque parece latín y es más exagerado, "Contagion", con lo que te esperas más muertos y más espectáculo. De todas maneras, la película buena de infecciones y contagios es "Estallido" (Dustin Hoffman corriendo detrás de un mono, cuando debería haber sido Johnny Deep, que está más acostumbrado), y la mejor de todas "Fallen", con Denzel Washington (sin síntomas) y John Goodman (Juan Buenhombre; si fuera John Goodmen sería Juan Buenagente) donde lo que se contagia es un demonio al mínimo roce, como si saludaras a La Veneno.

Hay una frase por ahí de Terry Pratchett ideal para estos días de cuarentena. Más o menos: "Las mascotas son de mucha ayuda en tiempos de estrés, pero en tiempos de hambruna mucho más". Y hay una maldición china que jode al que la recibe con un "ojalá vivas tiempos interesantes". Si me asomo ahora a la calle y veo a alguien con su perro de la correa pensaré que ha bajado a desalar el botillo.

No, no estamos esperando a que Antonio López acabe el cuadro del fin del confinamiento. Estamos en un silencio de Jesús Quintero sin los Pink Floyd de fondo. Un silencio de tonto queriendo parecer interesante porque salva vidas quedándose callado... ¿De verdad? Salvar vidas es mi amigo Josito a mascarilla quitada pegando berridos de celador por los pasillos del Ramón y Cajal. Eso tampoco salió en la película "Contagio".

Dicen que la música está ayudando mucho a la gente a sobrellevar la cuarentena. ¿La que oyes o la que tocas? ¿La que oyes voluntariamente o la que te obligan? ¿La que tocas sabiendo o la que tocas sin tener ni puñetera idea? Ahora que lo ofrecen todo a domicilio (su gran NICHO de mercado), no tardarán en meternos en el buzón ofertas de "Comas Inducidos". Se lo llevará MUERTO la empresa que subraye bien que la primera ventaja de un coma inducido es que te quedas sordo.

Sin olfato y sin gusto ya te deja el coronavirus.

Con lo cual, yo he tenido jefes con coronavirus sin saberlo desde que empecé a trabajar en la tele, a principios de los 90. Incluso podría localizar al Jefe Cero en la 1 de Televisión Española. El Paciente Cero con todos los síntomas y yo trabajando de negro para un dibujo animado como un asesor de la Díaz Ayuso en la sombra. Si hubiera sido en la televisión valenciana ya tendríamos un murciélago, o un cerdo en Telecinco, pero no: era una coneja. La de gags que me rechazaron por no tener olfato ni gusto, digo ellos, que yo casi siempre me olía los que me iban a echar para atrás... Con los que me aceptaban pagaba el alquiler y algunas cosas más, así que tampoco me quejo demasiado de aquella cepa ni de sus ramificaciones arborescentes hasta nuestros días. Siguen teniendo el mismo olfato y el mismo gusto que entonces, pero lo disimulan con dinero y la cara tostada. Con pasta puedes ofrecer un ladrillo untado en manteca de culebra y colocarlo en prime time si parece que te has lavado la cara en una freidora. No sé qué relaciones extrañas hace la gente, pero ve esas mierdas. Cuando vuelva todo a la normalidad no podrán enseñar esos morenos a no ser que reconozcan que han estado confinados en un yate o en un campo de golf, bronceados ambos que repelerían audiencias masivas ahora que todos somos hijos solidarios del mismo balcón corrido en que se ha convertido España, esa gran cuota de pantalla. Para no enemistarse con los que no hemos pasado el confinamiento en un chalet de Marbella, tendrían que a disimular de nuevo pero al revés y volverse pálidos de pedir, lo que viene siendo un payaso Cara Blanca. Los veremos pronto, aunque nunca te reconozcan que para tapar sus caras de freidora han tenido que usar blanqueadores anales. Sólo hay que fijarse en la evolución de la cara de Trump estos días, aunque puede que sólo sea por las malas noticias que recibe de su desagradecido país, muriéndose como loco por las esquinas en lugar de hacerle ganar millones de dólares a sus empresas. También a las de Trump.

Llueve ahí fuera. Ese otro mundo. Es buena la lluvia en días de cuarentena. O ver manadas de lobos en la calle, también estupendos para el ánimo de los condenados a un arresto domiciliario. Es sabido que lo que más deprime a un confinado es un repugnante día precioso de sol.

TRAS LA REUNIÓN DE AYER, LOS HOLANDESES DECEPCIONAN A LOS FASCISTAS ESPAÑOLES